La ciudad se mantuvo en lucha bajo el mando del general Mariano Álvarez de Castro hasta que la enfermedad y el hambre los obligaron a capitular, el 12 de diciembre.
Álvarez, que estaba tomando las medidas necesarias para su defensa, recibió órdenes del Capitán General de Cataluña para rendirlo.
[2] Los franceses montaron 40 baterías que durante los siguientes siete meses dispararon 60 000 balas de cañón contra la ciudad.
Para ello, dirigió personalmente ese día un ataque que, causando muchas bajas entre los franceses, consiguió destruir sus atrincheramientos en Pedret.
Irreductible, Álvarez ordenó construir barricadas y trincheras dentro de la propia ciudad, prolongando la lucha durante otros cuatro meses hasta que, exhausto y enfermo, delegó el mando en el brigadier Julián Bolívar.