José Miguel de la Cueva y de la Cerda

Tras las desavenencias surgidas con la Junta Militar, fue enviado como embajador en Londres ante Jorge III de Inglaterra, donde fue muy bien recibido y entabló amistad con Arthur Wellesley, duque de Wellington.

Desde allí envió su conocido Manifiesto del Duque de Alburquerque acerca de su conducta con la Junta de Cádiz y arribo del exército de su cargo a aquella plaza.

Murió ejerciendo el cargo el 8 de febrero de 1811, y a su funeral asistieron todos los ministros británicos, los embajadores, ministros extranjeros, la nobleza inglesa y extranjera y, sobre todo, los españoles residentes en Londres.

Había casado con Escolástica Gutiérrez de los Ríos y Sarmiento, hija de los VI condes de Fernán Nuñez, de la que solo tuvo una hija, que no pudo suceder en los títulos nobiliarios de su padre, y dos hijos naturales fuera de su matrimonio, que por no ser legítimos tampoco tenían derechos sucesorios.

Por ello se inició un largo pleito de más de veinte años, que otorgó el mejor derecho de sucesión a Nicolás Osorio y Zayas, marqués de Alcañices, como pariente más cercano por ser descendiente de Ana Catalina de la Cueva y de la Cerda, VI marquesa de Cadreita (hija de Francisco Fernández de la Cueva, X duque) cuya hija María Dominga Spínola de la Cueva casó con Manuel Juan Osorio Velasco Guzmán y Vega, XIV marqués de Alcañices.