Realismo es la denominación de un estilo o movimiento pictórico que se dio en Francia a mediados del siglo XIX, cuyo principal representante es Gustave Courbet.
[1] Se llamó Pavillon du réalisme ("pabellón del realismo") al local que hizo construir a sus expensas para alojar una provocativa exposición de 1855, alternativa al Salón de París en el que su obra El taller del pintor había sido rechazada.
Considerada el manifiesto del estilo, provocó un sonoro escándalo en los medios artísticos por su anti-academicismo y su crudeza, que se calificaba de obscenidad.
[a] En el mismo pabellón se exhibía Entierro en Ornans (pintado en 1849) y hasta cuarenta obras propias.
Mientras el artista trabaja, poetas, músicos, filósofos y enamorados se dedican a lo suyo.
... Courbet está apegado a su suelo natal, su profunda nacionalidad y el partido que puede sacar de todo ello.
"[1] Posteriormente se identificaron como representantes del estilo especialmente a Honoré Daumier, Jean-François Millet y Jules Breton; así como a otros pintores (Jean-Louis-Ernest Meissonier, Henri Fantin-Latour, Thomas Couture, Jean-Léon Gerome, etc.) Mucho más tarde se reivindicó la invisibilización de mujeres pintoras de la época, particularmente Rosa Bonheur.
No debe confundirse el realismo como estilo o movimiento pictórico con el realismo en las artes, un principio general que puede encontrarse en muy distintos estilos artísticos a lo largo de la historia de la pintura.
En todo caso, Jacques-Louis David (muerto en 1825) y sus discípulos directos ya habían desaparecido (Girodet en 1824, Gros en 1835, Gérard en 1837).
A medida que se avanza hacia finales del siglo XIX, las fronteras entre el realismo y el impresionismo en cada uno de los pintores que se etiquetan como realistas son difusas, por cuanto ambos estilos (aunque desde presupuestos diferentes) coinciden en la preocupación por la luz y el uso de la pincelada suelta, que da a las obras un aspecto esbozado (non finito).
[19] La vertiente más conservadora o academicista estuvo representada por la Royal Academy, pero ya con las estéticas del posromanticismo se dieron todo tipo de variantes, no incompatibles entre sí, como la pintura animalista (James Ward, Edwin Landseer, Briton Rivière, Francis Barraud, etc.) el esteticismo (George Frederic Watts, Frederic Leighton, James Abbott McNeill Whistler, Coutts Lindsay, Evelyn De Morgan, etc.), las fantasiosas reconstrucciones de la antigüedad (classical revival, en las que destacaron Lawrence Alma-Tadema, calificado irónicamente como marblelous, un juego de palabras entre "maravilloso" y "mármol" -"marmolilloso"-[d] o Albert Joseph Moore) y entre las opciones más rupturistas, estimuladas por las reflexiones teóricas de John Ruskin, estuvo el movimiento Arts and Crafts dirigido por William Morris.
[n] Se ha señalado al escritor naturalista Narcís Oller y al crítico Josep Yxart como los primeros teorizadores del realismo pictórico en España, a partir de una exposición de Bartolomeu Galofre (1886).
El gran peso del romanticismo alemán (y movimientos paralelos, como el nazarenismo o la escuela de Düsseldorf) hace que la pintura realista en Alemania no se defina con claridad, identificándose con la etiqueta importada de Francia a los pintores de la segunda mitad del siglo XIX que se dedican al paisaje y al costumbrismo.
El denominado círculo de Leibl (Leibl-Kreis) formado en Múnich en torno a Wilhelm Leibl (Hans Thoma, Otto Scholderer, Wilhelm Trübner, etc.) se vio influido por la estancia de Courbet en esa ciudad entre 1868-1869.
Otros a los que se ha aplicado la etiqueta "realista" son Johann Baptist Reiter, Friedrich Alois Schönn, Josef Engelhart, Karl Mediz, etc.[48] En los años centrales del siglo XIX hubo un importante tratamiento del paisaje alpino por pintores locales (François Diday, Alexandre Calame, Samuel Birmann, etc.)[49] A Albert Samuel Anker se le suele denominar "pintor nacional" de Suiza por sus representaciones de la vida social.
Se han identificado con el estilo realista a pintores como Winslow Homer o Thomas Eakins.
Augusto Comte elaboraba la filosofía del positivismo, que proponía como única fuente de conocimiento la observación y la experiencia.
El realismo se vinculó a las ideas socialistas más o menos definidas.
Este planteamiento tiene una enorme importancia en un momento en el que la pintura está sometida a las reglas de la crítica oficial: los temas, las actitudes, las composiciones y hasta las medidas de los cuadros tienen que ajustarse a estos rígidos criterios.
Ante esta situación, los pintores realistas defienden una pintura sin argumento, una captación simple de la realidad, en la cual lo fundamental es la forma en que se representa la imagen, y no su desarrollo narrativo.