Era hijo de un soldado del mariscal Nicolas-Charles Oudinot, y manifestó un temprano talento pictórico.
Hacia 1826 entró en el taller de Guillaume Lethière, junto al cual estudió la materia cuatro años.
De salud frágil por una tuberculosis, viajó convaleciente a Ischia durante el verano de 1839 y aprovechó su estancia en Italia para visitar Nápoles, Venecia y Florencia.
Su obra más célebre es Rouget de L’Isle chantant pour la première fois la Marseillaise en 1792, en la casa de Dietrich en Estrasburgo, cuadro concluido en 1849.
En 1860 compartió su taller parisino con el pintor Alfred de Dreux.