En un manifiesto literario publicado en 1885, Jean Moréas definió este nuevo estilo como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva».Para los simbolistas, el mundo es un misterio por descifrar, y el poeta debe para ello trazar las correspondencias ocultas que unen los objetos sensibles (por ejemplo, Rimbaud establece una correspondencia entre las vocales y los colores en su soneto Vocales).Estos movimientos provocaron un fuerte rechazo en la juventud parisina, llevándolos a exaltar la espiritualidad, la imaginación y los sueños.Sus obras, entre las que destacan Las flores del mal, Los pequeños poemas en prosa y Los paraísos artificiales, fueron tan renovadoras que algunas de ellas fueron prohibidas por considerarse oscuras e inmorales, al retratar sin tapujos el uso de drogas, la sexualidad y el satanismo.En cuanto al estilo, basaban sus esfuerzos en encontrar una musicalidad perfecta en sus rimas, dejando a un segundo plano la belleza del verso.Los simbolistas creían que el arte debía apuntar a capturar las verdades más absolutas, las cuales solo podían ser obtenidas por métodos indirectos y ambiguos.El manifiesto simbolista, publicado por Jean Moréas, definía al Simbolismo como enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad, la descripción objetiva y señalaba que su objetivo no está en sí mismo, sino en expresar el Ideal:[5] là des apparences sensibles destinées à représenter leurs affinités ésotériques avec des Idées primordiales".Aun así aparecieron novelas como A contrapelo, de Joris-Karl Huysmans, que exploraba diversos temas relacionados con la estética simbolista.Esta novela, en la que casi no existe trama, expone los gustos decadentes del recluso y rebelde conde Des Esseintes.Pero luego, al aceptar que la vida jamás podría cumplir dichas ilusiones y expectativas, ambos se suicidan.El simbolismo literario hispano, con algunos importantes antecedentes peninsulares como Gustavo Adolfo Bécquer y Salvador Rueda, se subsumió en un movimiento más general conocido como Modernismo, que empezó en Hispanoamérica.Los simbolistas —cuyos precedentes se encuentran en William Blake, los nazarenos y los prerrafaelitas— propugnan una pintura de contenido poético.El Simbolismo no pudo desarrollarse mediante un estilo unitario; por eso, se hace muy difícil definirlo de forma general.El Simbolismo pretende restaurar significado al arte, que había quedado desprovisto de este con la revolución impresionista.Continúan con la intención romántica de expresar a través del color, y no quedarse solamente en la interpretación.Los simbolistas encontraron un apoyo paralelo en los escritores: Charles Baudelaire, Jean Moréas, en contra del naturalismo descarnado de Zola.El Simbolismo posee una estética académica, y se presta más a las realizaciones escultóricas de vanguardia.Como obras importantes, hay que destacar "El carro de Apolo", "Druida" y "viejo alado con larga barba".Hay que destacar también a "Los Nabis", un grupo de tres artistas que son Félix Vallotton (suizo, 1865-1925) (obra: "La pelota"), Pierre Bonnard (francés, 1867-1947) (obra: "Mujeres en el jardín") y Edouard Vuillard (francés 1868-1940) (obras: "Jardines públicos" y "Los dos escolares").A la pintura se la define con conceptos como ideista (de ideas), simbolista, sintética, subjetiva y decorativa.Posteriormente, los Nabis, segunda generación simbolista, aspiraron a traducir estas ideas en forma de vida y en activas reformas.También en Alemania el arte simbolista se caracterizó por una técnica muy realista, pero con una temática idealista; destaca aquí Ferdinand Hodler (suizo).En esta forma de pintar ha influido mucho el conocimiento del arte primitivo y las estampas japonesas.Usaron todo tipo de materiales en sus cuadros, pintura, cola, cartón, etc., para diferenciar texturas, pero sin llegar al collage.Decoraron teatros, portadas de libros, revistas y cualquier cosa que les solicitasen, trabajando por encargo.Entre los nabis destacan pintores como Pierre Bonnard: Retrato de Nathanson y la señora Bonnard, Edouard Vuillard: Autorretrato, Maurice Denis: Paisaje con árboles verdes, Félix Vallotton: La lectora, Ker Xavier Roussel: Montones junto al mar, Henri-Gabriel Ibels, y Paul Ranson.Su nueva música se caracterizó por una suave y disfrazada sensualidad que parece captar las raíces remotas del ser.[10] Algunos compositores parcialmente asimilados al simbolismo, como Saint-Saëns o Paul Dukas, utilizaron la forma del poema sinfónico.[8] El compositor ruso Aleksandr Skriabin (1871-1915) también puede considerarse cercano al simbolismo en algunos aspectos de su concepción musical.La verdadera fuerza simbólica de esta obra es la música[14] que interpreta cualquier sugerencia o misterio con su riqueza tímbrica y su armonía tan especial.
El pecado
por
Franz Stuck
La muerte y las máscaras
, pintura de 1897 del pintor belga
James Ensor