Pocos años después, en 1938, Carlo Bo publicó un ensayo en su Frontespizio, Letteratura come vita, que contenía los fundamentos teórico-metodológicos de la poesía hermética.
Aunque inicialmente el término Hermetismo nacía con intención crítica y polémica, lo cierto es que, al final acabó afirmándose para denotar una poesía alejada del gran público, destinada a pocos lectores y concebida, en parte, como una revelación.
Para luchar contra ese lenguaje falso experimentan la necesidad de inventar uno nuevo que los libere.
Pero estas preocupaciones formales no estaban exentas del horror que les habían producido las dos guerras mundiales, el fascismo y la colaboración con Hítler.
El distanciamiento de la realidad lleva a una poesía concebida como intuición, revelación comunicable solo mediante analogías.