Ricardo Arredondo

Desarrolló la mayor parte de su obra en Toledo y fue un minucioso investigador del arte decorativo.Bajo la protección del próspero eclesiástico —que llegaría a ser capellán mayor de los reyes—, los Arredondo (el matrimonio y sus cuatro hijos varones) se instalaron en la capital toledana, cuando Ricardo tenía doce años de edad.Viajó a París, y se relacionó con el círculo de Ernest Meissonier.Trabajando para una editorial recorrió gran parte de España con vistas a un ambicioso proyecto de dibujo monumental que no llegó a publicarse.Cuenta Gregorio Marañón que era un hombre generoso que «rara vez vendía y gozaba regalando a sus amigos»;[2]​ entre ellos estuvo Benito Pérez Galdós, al que Arredondo sirvió de «cicerone» y lazarillo en sus paseos por el Toledo que luego llevó el novelista canario a varias de sus obras, en especial a Ángel Guerra.
Taller de Curtidores o Las tenerías de Ubide (1897), óleo —200 x 123.5 cm— de Ricardo Arredondo en el Museo de Santa Cruz .