También se dijo que era la amante del pintor pero eso, al parecer, no era cierto, pues también tenía muy buena relación con su esposa, Cecilia de Madrazo.
Por si eso fuera poco, aparece recostada con la falda levantada hasta la cintura, como las fotos pornográficas de la época.
Sonríe descarada mirando de reojo hacia el espectador, sosteniendo un abanico en su mano derecha para expresar calidez.
[2] La pintura, sin firma y sin terminar, fue encontrada en el taller del pintor a su muerte, por eso se aprecia el sello de la testamentaría en el ángulo inferior derecho.
Hasta entonces, nunca se había mencionado en ninguno de los numerosos artículos y libros sobre Fortuny ni en la correspondencia familiar.