Allí adquirió un estilo romántico a la manera francesa.
Tras una estancia de dos años en Roma, regresó a España, y desde 1842 desarrolló una intensa labor artística y docente, rodeado de algunos artistas que como él se habían formado en Francia e Italia, entre los que destaca el maestro catalán Joaquín Espalter.
En la publicación El Artista, a cuya creación contribuyó, insertó poemas y artículos, y allí publicó algunos grabados.
Su hija Cecilia fue esposa de Mariano Fortuny y madre del también pintor Mariano Fortuny y Madrazo.
Sin embargo, como cuatro años después murió su hermano Pedro, también pintor, la calle pasó a denominarse de los Madrazo, nombre que incluye a toda la saga familiar, siete hombres de tres generaciones.