Batalla de Ceriñola
Durante aquella espera, llegaron a organizarse duelos singulares entre caballeros españoles y franceses.Cuando finalmente las tropas del duque de Nemours se aproximaron a Ceriñola, el Gran Capitán ya había preparado la defensa y definido una estrategia.Las fuerzas españolas estaban formadas mayoritariamente por infantería, compuesta por arcabuceros, ballesteros, coseletes, y piqueros.Esta paradoja sería constante en la primera mitad del siglo XVI en todos los ejércitos franceses.En ella, al mando inmediato, se encontraba el propio duque de Nemours.Todo el ejército francés se lanzó entonces a la batalla, emplazando su artillería en vanguardia de la infantería, y disponiéndose los tres grandes bloques restantes en posición diagonal con respecto al foso y al talud que protegían a las tropas españolas.En plena batalla, la artillería española quedó inutilizada al explotar accidentalmente toda la pólvora.Sin embargo, el Gran Capitán, testigo del desastre de su artillería, arengó inmediatamente a sus tropas diciendo: «¡Ánimo!¡En campo fortificado no necesitamos cañones!» La infantería francesa entabló combate entonces con las tropas españolas, pero fueron diezmados por el fuego incesante de los arcabuceros.Ante esta circunstancia, la caballería ligera española también cargó contra la infantería francesa, de la cual sólo los suizos consiguieron retirarse disciplinadamente.Aun así, las tropas francesas, ante el tremendo castigo que estaban sufriendo, acabaron por rendirse.Por primera vez en la historia, una infantería provista de arcabuces logró derrotar a la caballería en campo abierto.