Sea por esta condición o porque en el siglo XVI tocó a España abrir la puerta de los progresos militares, justo es recordar la fama de los arcabuceros españoles en aquel siglo y el siguiente.En Pavía y en otras batallas, los pelotones de ágiles arcabuceros, terribles por su valor y puntería, interpolados con los hombres de armas cubiertos de hierro, al paso que revelan cuánto poder tienen la rutina y el apego a lo antiguo, anuncian un progreso en la táctica, precursor muy anticipado de cambios radicales, quizá no solo en la guerra sino en el organismo social.Es curioso leer en las crónicas la exasperación, los denuestos de aquella célebre caballería, hasta entonces invulnerable y acostumbrada a entrar rajando en la humilde infantería contra aquellos asesinos.Por otra aberración e inconsecuencia inexplicables también, la misma caballería, tan encubertada y enemiga del arcabuz, se apresuró a tomarlo y desnaturalizando su acción que es el impulso, dejó la lanza por la pistola, la carga por el fuego incierto e ineficaz a caballo.Sobre el arcabucero a caballo ilustran los textos siguientes: Diccionario militar, etimológico, histórico, ...José Almirante y Torroella, 1869