Regresó a Madrid en 1854 y obtuvo una segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro El suspiro del moro, que representa a Boabdil, y una mención honorífica en 1860 con la obra Una noche en Posilipo (Nápoles), adquirida para el Museo Nacional de Pintura y Escultura, también llamado de la Trinidad.
Íntimo amigo de Federico de Madrazo, su historia personal está muy ligada a él, ya que Madrazo, a la sazón director del Museo del Prado, le encargó copiar retratos de corte y participar en la «Serie cronológica de los reyes de España».
Vivió el momento de la unificación del Museo de la Trinidad con el Museo del Prado junto a Federico de Madrazo.
Los dos formaron un núcleo de influencia muy importante en la vida artística del país, y compartieron las mismas turbulencias políticas, ya que fueron cesados en sus cargos museográficos a la vez, en 1868, y repuestos en 1881.
Federico de Madrazo le hizo varios retratos, entre los que destaca el firmado en 1855, perteneciente al Prado.