Entre las distinciones que recibió destacaron: Se dedicó al retrato, alcanzando fama entre la aristocracia madrileña.Destacó tanto en la restauración de obras que incluso creó una escuela de restauradores, que tuvo vigencia hasta principios del siglo XX.Su arranque lo efectuó a partir del año 1874, en un lento proceso.[3] Martínez Cubells intervino en unas pinturas —que según las fotografías de Laurent— presentaban importantes deterioros, como grandes grietas, arrastres de color, repintes y faltas rellenadas con yeso.Su hijo, Enrique Martínez Cubells, también se dedicó a la pintura.
La vuelta del torneo
, 1881.
Guzmán el Bueno arrojando su daga en el cerco de Tarifa