La primera imagen que pintó bajo Piloty, Lavoisier en la prisión, aunque se consideró tímida y convencional, despertó el interés por su sentido del color.
Su fama se estableció al año siguiente, con dos obras, Amoretti moderno y La peste en Florencia.
El príncipe von Hohenlohe le proporcionó a Makart una antigua fundición en la calle Gusshausstraße número 25 para usarla como estudio.
Poco a poco lo convirtió en un lugar impresionante lleno de esculturas, flores, instrumentos musicales y joyas que utilizaba para crear escenarios clásicos para sus retratos, principalmente de mujeres.
Finalmente, su estudio parecía un salón y se convirtió en un punto de encuentro social en Viena.
Su trabajo engendró el término Makartstil, o «estilo Makart», que caracterizó completamente la época.
A la cabeza del desfile había una carroza para artistas, dirigida por Makart en un caballo blanco.
En el mismo año del primer desfile, se convirtió en profesor en la Academia de Viena.
La pintura de Makart, La entrada de Carlos V en Amberes, causó cierta controversia, porque se representaba a Carlos V llegando en una procesión rodeado por vírgenes desnudas (se consideraba ofensivo incluir desnudos en una escena relativamente moderna).
Makart diseñó para él un mundo de sueños que todavía se encuentra en Hermesvilla como una gran pintura (1882).