Courbet visitó Múnich en 1869, no sólo exponiendo su obra, sino demostrando su método de trabajo alla prima, rápidamente, del natural, en actuaciones públicas.
Durante este periodo también hizo amistad con Carl Schuch, Albert Lang y Hans Thoma, pintores alemanes que, como Trübner, grandemente admiraron el realismo nada sentimental de Wilhelm Leibl.
[2] Al instar al espectador a descubrir la belleza en los valores formales del cuadro, sus colores, proporciones, y superficie, Trübner anticipó una filosofía del «arte por el arte».
En 1901 se unió a la recientemente formada Sezession de Berlín, en aquella época el foro alemán más importante para la exposición del arte de vanguardia.
Los cuadros de Trübner están en muchas colecciones públicas, especialmente en Alemania, incluyendo la Antigua Galería Nacional de Berlín, Berlín y la Neue Pinakothek en Múnich.