Gustave Courbet

[2]​ Nació en Ornans, un pueblo próximo a Besançon, en el Doubs (Francia), cuyo paisaje reflejó en sus cuadros.

Escoge temas y personajes de la realidad cotidiana, sin caer en el «pintoresquismo» o «folclorismo» decorativo.

Su técnica es rigurosa con el pincel, con el pincel plano y con la espátula, pero su mayor innovación es la elección de temas costumbristas como motivos dignos de los grandes formatos, que hasta entonces se reservaban a «temas elevados»: religiosos, históricos, mitológicos y retratos de las clases altas.

Influye y aconseja a los primeros impresionistas[4]​ Su naturalismo combativo es patente en sus desnudos femeninos, donde evita las texturas nacaradas e irreales tomadas de la escultura neoclásica.

Plasma formas más carnales e incluso el vello corporal que habitualmente se omitía en los desnudos académicos.

Este período posterior a la caída del primer Imperio francés puede entenderse como una época de intensos cambios que se dieron durante la primera mitad del siglo XIX.

Se caracterizó por el auge de los movimientos nacionalistas y por las primeras manifestaciones organizadas del movimiento obrero, profundamente influenciado por la Revolución Industrial, que provocó transformaciones sustanciales en las estructuras sociales.

En Inglaterra, surgieron los primeros movimientos culturales que sentaron las bases del pensamiento comunista, promovido por Karl Marx y Friedrich Engels.

Courbet sostenía que quería morir «como hombre libre, sin depender de ningún poder ni religión».

El filósofo Pierre-Joseph Proudhon, considerado uno de los padres del anarquismo, lo describió como un «pintor proletario».

Courbet veía el arte como una herramienta para abordar y corregir las contradicciones sociales.

Zorro en la nieve , 1860, Museo de Arte de Dallas .
El estudio , detalle, 1855.
El sueño , detalle, 1866.