Entre 1560 y 1667, los señoríos diaguitas mantuvieron una larga resistencia conocida como las guerras calchaquíes en el actual noroeste argentino, antes de ser completamente absorbidos por la población criolla.En la historiografía argentina se suele usar el término «descubrimiento» para referirse a la primera vez que alguna expedición española o de otro origen europeo llegó a algún punto del actual territorio argentino, aun cuando ya hubiera sido descubierto antes por otros pueblos.[6] En 1525 fray García Jofre de Loaísa dirigió una expedición que recorrió la Patagonia, e incluso se estableció brevemente en Puerto Santa Cruz para reparar dos naves.Según los mismos indígenas, se podía llegar a las tierras del Rey Blanco por el ancho río que había descubierto Solís, ya que este se internaba hacia una tierra llamada "Sierra de la Plata".Llegó hasta la Isla Martín García, que rebautizó Santa Ana, y se internó por el río Uruguay.No hubo un plan de exterminio sistemático como en Norteamérica, por eso tampoco se puede decir fue una colonia.Por su parte, Ayolas llegó al Alto Perú, descubriendo la ansiada "Sierra del Plata" —en realidad el Cerro Rico de Potosí— a la que otra expedición española había arriba con anterioridad.Por su extraordinaria riqueza en plata, Potosí se convertiría en el centro económico de la dominación española en América del Sur.La población se concentró en el Paraguay, donde los guaraníes eran numerosos y sedentarios, pasibles de ser encomendados.[31] La Patagonia no volvería a ver intentos de poblamiento hasta el último cuarto del siglo XVIII.En 1543, Diego de Rojas ingresó a la región por la Puna, iniciando lo que se conoce históricamente como la Gran Entrada; luchando frecuentemente con los indígenas que hallaba a su paso, recorrió las actuales provincias de Salta y Santiago del Estero.Los propios expedicionarios asesinaron a Mendoza, acusándolo de tratarlos despóticamente, y regresaron al Perú.En 1589 llega al Tucumán el sacerdote franciscano Francisco Solano evangelizando a los aborígenes del lugar por más de catorce años.Ese año también se crea la Librería Grande (hoy Biblioteca Mayor), que según registros llegó a contar con más de cinco mil volúmenes.Pero este circuito nunca llegó a establecerse de forma normal: significaba una competencia para los comerciantes de Lima, que por ser a la vez puerto[c] y capital del Virreinato del Perú, al que pertenecía Buenos Aires, pudieron obtener la protección real.Otro sistema similar era anclar sin declarar la carga que llevaba, para que la misma fuera decomisada y rematada en pública subasta; el capitán del buque negociaba en secreto la mercadería, y repartía la carga entre los comerciantes locales, cobrando de los mismos su valor real.Los diaguitas volvieron a destruir las ciudades instaladas por los invasores, Londres II (Catamarca) y Nuestra Señora de Guadalupe (Calchaquí).Los habitantes del señorío diaguita, que condujo la guerra, fueron deportados y reducidos a la esclavitud por los españoles.Esta guerra tuvo la particularidad de que, en sus inicios, actuó un aventurero andaluz, Pedro Bohórquez, quien sostenía ser inca, fue aceptado como líder militar por los diaguitas.Durante los siglos XVII y XVIII supieron gestionar verdaderos emporios agro-industriales con métodos de gerencia que se adelantaron a los utilizados en la actualidad.Las treinta misiones llegaron a ser, en el siglo XVIII, un verdadero emporio comercial, un "estado dentro del estado" como lo denominaban sus detractores, que se estableció como un sistema de organización económica y social distinto al de las colonias que las rodeaban.Esta importante agricultura fue complementada con la ganadería que suministró a los aborígenes carne, leche y cuero.Cada reducción se especializaba en unos oficios, trabajando el hierro y la plata, carpintería, cocina-panadería, chapado en oro, vajillas, telas, elaboración de sombreros o instrumentos musicales.No solo a trabajar, rezar y pelear les enseñaron los jesuitas, sino también música y otras artes (de las que aún se pueden admirar se destacan las "barrocas" arquitecturas exornadas con relieves barrocos resaltados en las piedras sillares o tallados en los rojos ladrillos de tipo romano.A diferencia de otros colonizadores como los ingleses, que no admitían el mestizaje por considerar impuras otras razas que no fuesen la suya, tras siglos de convivencia de árabes, judíos y cristianos en la península ibérica, los castellanos tenían menos prejuicios raciales y por ello se formaron matrimonios mixtos y, sobre todo, uniones sexuales extramatrimoniales con mujeres indígenas.Hoy en día, gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparte antepasados indígenas, europeos y africanos, en diversos grados.La población negra era muy escasa, reducida casi en su totalidad al servicio doméstico, salvo en ciudades algo más mercantiles como Córdoba.En cambio, en el Litoral argentino, y especialmente en Buenos Aires, los estancieros, en ese entonces, todavía no representaban la cúspide de la sociedad, sino que eran productores medianos, de carácter rudo debido a la actividad ganadera y que residían la mayor parte del tiempo en la campaña.Cevallos toma Colonia y la destruye, sembrando sal en el lugar de forma simbólica, ya que la ciudad sería luego repoblada por criollos.Desde el siglo XVIII es visto por las autoridades como parte de los "vagos y malentretenidos", criminales a quien hay que combatir.
Imperio español
de Felipe II, III y IV incluyendo los territorios cartografiados y reclamados, reclamaciones marítimas (mare clausum) y otros aspectos.
Buenos Aires, 1536.
Vista de Buenos Aires a fines del siglo
XVIII
, desde la ribera del Río de la Plata. Litografía de la época.