[3][4] La consideración del primer año de vida para establecer el indicador de mortalidad infantil se debe a que el primer año de vida es el más crítico en la supervivencia del ser humano: cuando se sobrepasa el primer cumpleaños, las probabilidades de supervivencia aumentan drásticamente.
[5][6] La necesidad de enfocarse en la infancia y la niñez es indispensable, dada la creciente evidencia científica en Salud del Desarrollo que sugiere que los primeros años de desarrollo juegan un papel fundamental para generar y mantener las inequidades socioeconómicas en salud en la vida adulta.
[5][7] Sin embargo, las desigualdades son tan amplias en las distintas regiones del planeta, que ello ha llevado a las Naciones Unidas a incluir como uno de los ocho Objetivos del Milenio la reducción de la mortalidad infantil (en niños de 5 años o menos) en dos terceras partes entre 1990 y 2015.
En América Latina, Cuba posee la tasa más baja del orden con 4.0 muertes en niños menores de 1 año y 4.7 en niños menores de 5 años por cada 1000 nacidos vivos (2017),[10] siguiéndole Chile, con una tasa de 6,9 por cada 1000 (2017).
[12] Los 20 países con peores tasas de mortalidad infantil pertenecen todos al África, siendo Níger el que registra la peor del mundo con 154 y 262 ‰ respectivamente.