Se accede a esta región por la Ruta Provincial n.º 52 (antigua Ruta Nacional n.º 7), que une la ciudad de Mendoza, con la citada localidad, pasando por el antiguo Gran Hotel Villavicencio y las termas del mismo nombre.
Fueron descubiertas, según se estima, en el año 1638, aunque de acuerdo con la historia minera mendocina pudieron haber sido explotadas anteriormente por los huarpes y posteriormente por los incas, que eran avezados mineros, quienes habrían realizado un laboreo sistemático en la zona, para extraer plata.
El superior de la Compañía de Jesús, padre Antonio Bobarrubias, dispuso que el padre José López y Solís se radicara en Uspallata para catequizar a los aborígenes.
A mediados del siglo XVIII, trabajaban allí más de 4500 aborígenes.
Al promediar ese siglo, se dio una fase de explotación intensiva, que duró unos 30 años.
En cada extremo se ubicaba un marayero y, entre ambos, hacían balancear la píedra, dándole un pequeño movimiento de rotación para triturar el mineral.
Con el maray porfirizador obtenían un polvo de tierra y metal, que luego era trasladado a las piletas o se lo lavaba en cántaros, a fin de separar el material puro.
Entre 1908 y 1913, el Dr. Villanueva, miembro de una aristocrática familia mendocina, adquirió la mina.
El yacimiento está integrado por más de 40 vetas (fracturas o grietas rellenas con mineral), que se disponen en forma subvertical a vertical, en rocas volcánicas del Triásico.
La mineralización, de tipo hidrotermal, está compuesta principalmente por sulfuros: blenda, galena, pirita, calcopirita, tetraedrita y siderita.
Además, son de naturaleza jurídica inalienable - o sea, están fuera del comercio por disposición legal, por lo que no pueden enajenarse, ni darse en concesión -; e imprescriptible, es decir, nadie puede adquirir legalmente su propiedad particular por prescripción o usucapión.
La nave zarpó en noviembre de ese año, cuando Darwin aún no había cumplido 23 años.
Durante el viaje, Darwin no se quedaba en el barco, sino que emprendía largas expediciones por tierra, mientras la tripulación realizaba trabajos topográficos oficiales, consistentes en la medición de corrientes oceánicas y cartografía de las costas.
Inmediatamente, Charles Darwin - que viajaba como investigador y naturalista - cruzó la Cordillera de los Andes, cuya descripción geológica realizó.
Los detalló minuciosamente, al igual que a los sedimentos circundantes, caracterizados por su alto contenido volcánico.
Como era su carácter, intentó interpretar los procesos que habrían causado ese escenario geológico, y concluyó que los árboles habían quedado sepultados como resultado de fenómenos sucedidos en las costas del Atlántico, durante el período Terciario.
En todo el mundo, entidades públicas y privadas celebraron este acontecimiento para recordar ambos aniversarios.
[9] Allí forjó su fama de cuatrero y ladrón; aunque muchos - especialmente los más humildes - lo consideraban una suerte de Robin Hood, porque se dice que repartía lo que robaba entre los más necesitados.
Posteriormente, el gaucho Cubillos, por sus reiterados delitos, estuvo preso en varias oportunidades; pero en todas se fugó.
Posteriormente, sus restos fueron trasladados por la policía a la ciudad de Mendoza, para realizarle la autopsia.
Cumplido este trámite, fue sepultado en el cementerio municipal de esa ciudad.
Ëste se comunicaba por el Camino del Inca, que descendía por territorio andino hasta Uspallata, a lo largo del cual se emplazaban los antiguos tambos, cuyos restos perduran en la actualidad, como Tambillos, Ranchillos y Tambillitos, a lo largo de la ruta 146 y 7, respectivamente.
Bajo la influencia incaica, los huarpes perdieron la pureza de su etnia y sufrieron una considerable transformación cultural.
En el área, se pueden observar guanacos, zorros, choiques o ñandúes cordilleranos y cóndores (Vultur gryphus), entre muchas otras especies animales, ya que este es su hábitat natural.
El zorro gris patagónico o chilla (Lycalopex griseus) está más asociado a piedemontes.
Cabe mencionar, entre otros, a J. Yepes (1937), Virgilio Germán Roig (1962, 1965, 1972) y José Miguel Cei (1978, 1980, 1986).
Este científico interpretó la secuencia geológica que aflora en esta área, como de origen sedimentario y volcánico.
[18] Contribuciones posteriores sobre la geología de Paramillos de Uspallata, mencionadas en la literatura, son las de Stelzner (1885 y 1892, “Contribuciones a la Geología Argentina”); Germán Avé Lallemant (1890, 1891), Geinitz (1876), Stappenbeck (1910), Du Toit (1927), Keidel (1983), Pablo Groeber (1939), Harrington (1941), Anselmo Windhausen (1941), Carlos Rusconi (1938, 1941, 1948, 1957), Frenguelli (1948), Groeber y Stipanicic (1952), Römer (1960) y Bracaccini (1946).
Cada yacimiento paleontológico de la zona constituye una localidad mundialmente conocida, por los numerosos trabajos científicos publicados en revistas internacionales.
Diariamente, gran cantidad de turistas - argentinos y extranjeros - visitan la zona para admirar la magnificencia del lugar.