[1] Durante la primera mitad del siglo XVIII, la Corona española había centralizado el poder político en la España peninsular, eliminando las diferencias regionales.
[14] Las fronteras entre ambas regiones coloniales quedaron a grandes rasgos estables en el interior continental desde entonces, pero los portugueses iniciaron entonces un avance costero, ocupando la isla de Santa Catarina en 1675, la Colonia del Sacramento en la margen norte del Río de la Plata en 1580, y Río Grande en 1737.
[17] Una guerra fronteriza intermitente continuó entre ambas colonias durante los años siguientes, lo que –visto desde España– amenazaba la totalidad de las posesiones españolas en la cuenca del Plata.
Pero además el virrey duplicó la alcabala, un impuesto sobre los consumos, que para algunos productos volvería a aumentar antes del final de su mandato.
Por último, se apoderó de la sisa, un impuesto que hasta entonces había sido recaudado por –y en provecho de– los cabildos locales.
Su principal misión era imprimir los documentos oficiales que el gobierno quería hacer públicos, las cartas generales a las ciudades del interior, y poco más.
[63] Sus principales funciones eran puramente judiciales: como tribunal de apelación le llegaban los juicios fallados en primera instancia por alcaldes, gobernadores y otros funcionarios.
[64] Un informe pedido por Vértiz y respondido por el coronel Francisco Betbezé, Juan José Sardeñ, al comandante del Zanjón, Pedro Escribano y a Nicolás de la Quintana, propuso organizar la frontera en una serie de guardias principales y fortines, formando una línea defensiva paralela al río Salado, varias leguas al norte del mismo, los cuales fueron construidos o reconstruidos durante la gestión de Vértiz.
Ya durante la gestión del virrey Loreto, los mismos demostraron su eficacia en una operación ofensiva en el sur de Córdoba; en ese momento la fuerza sumaba unos 350 hombres en total.
La línea debía ser establecida por varias comisiones demarcadoras, cada una formada por un perito español y otro portugués, con sus respectivos ayudantes.
Estableció fortines en varias localidades del interior, en particular para defender las villas de La Carlota y Río Cuarto.
En 1772, a iniciativa del padre Juan Baltasar Maciel, el gobernador Vértiz fundó el Real Convictorio Carolino, posteriormente conocido como Real Colegio de San Carlos, y que es antecedente directo del actual Colegio Nacional de Buenos Aires.
Sin embargo, Maciel terminó por enemistarse con todos, especialmente con el virrey Loreto, que lo arrestó y lo expulsó a la Banda Oriental en 1787.
El pedido se había repetido cada año ante la Casa de Contratación de Indias, pero no había prosperado hasta que fue presentado directamente ante el rey Carlos IV en 1793 por Manuel Belgrano,[100] un abogado porteño recién recibido que residía en Madrid:[101]
Más tarde, el mismo Consulado intentó fundar una Sociedad de Amigos del País, pero fracasó por completo.
Esa medida reforzó la actividad comercial y permitió al virrey interino enviar importantes remesas de plata sellada a España.
Pero este debió esperar a solucionar su propia sucesión en Chile, por lo que recién pudo hacerse cargo del virreinato en marzo de 1799.
[125] En todo caso, la modificación de las estructuras comerciales generalizó el modelo social que había prevalecido en Buenos Aires y Montevideo, en que la aristocracia y el poder político local estaban ligados casi exclusivamente al comercio, no a la producción.
En el diario publicaron sus ideas Belgrano, Juan José Castelli, Pedro Cerviño, Chorroarín y muchos otros.
[133] Poco antes del último número del Telégrafo Mercantil apareció un segundo periódico, el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, publicado por Hipólito Vieytes; esta segunda publicación era, ya decididamente, un muestrario de nuevas ideas sobre producción, comercio y sociedad.
Hostilizado en su retirada, fue obligado a regresar hasta Cerro Largo, donde logró ocupar el destruido fuerte de Melo.
[138] Otra división, enviada desde las misiones occidentales en dirección a San Borja, fue derrotada por un ataque portugués que cruzó el río Uruguay en Apóstoles.
[150] En Corrientes, la población aumentaba significativamente y surgían nuevos pueblos, como Goya, actualmente la segunda ciudad en importancia de la provincia.
[165] Liniers comenzó a formar milicias voluntarias en la ciudad recién reconquistada, agrupando a las fuerzas por arma y por su origen: por ejemplo, la infantería estaba dividida en batallones según la región de España de la que fueran originarios, o divididos los rioplatenses entre Arribeños –los originarios del interior del país– y Patricios –los porteños.
[168] Dos días más tarde, el comandante inglés aceptó capitular: podría retirarse con todos los prisioneros, incluso los que habían sido tomados en la primera invasión; a último momento, Álzaga incluyó entre las capitulaciones la entrega de Montevideo en un plazo de dos meses, cosa que también fue aceptada.
Liniers respondió destituyendo a Elío, que a su vez se apoyó en los comerciantes y miembros del cabildo local para formar una Junta de Gobierno, que asumió el mando el 20 de septiembre en toda la Banda Oriental, desconociendo por completo al virrey.
Dos comerciantes británicos afincados en Buenos Aires solicitaron entonces introducir libremente sus mercancías, previo pago de los impuestos correspondientes.
[200] La noticia de la masacre desanimó a los chuquisaqueños, que se sometieron voluntariamente al nuevo gobernador Nieto.
[209] Corrientes, en cambio, estaba en completa calma, tras los confusos sucesos del año 1807, en que la población había rechazado al teniente de gobernador Pedro Fondevila.
El mismo 25 de mayo, por la tarde, prestaba juramento y comenzaba a gobernar la Primera Junta.