Durante la primera mitad del siglo XIX, la Iglesia católica perdió una parte importante de su influencia, al tiempo que su clero disminuía drásticamente su número.
[15] En cambio fueron muy exitosos en la educación primaria y la catequesis de los niños criollos, pero no lograron establecer escuelas secundarias ni universidades.
Los mudéjares habían sido forzados a convertirse al catolicismo; los moriscos intentaban aún continuar sus tradiciones, pero serían expulsados en los primeros años del siglo XVII.
[18] Ese año también se creó la Librería Grande –hoy Biblioteca Mayor– que llegaría a contar con más de cinco mil volúmenes.
Esta situación se vería aliviada desde el segundo cuarto del siglo XVIII, reemplazada por una religión centrada en sus formas externas.
Sucesivas misiones tuvieron éxito relativo, como las fundadas por los franciscanos en la cuenca media del río Paraná,[37] entre las cuales la más conocida es la actual ciudad de Itatí.
[46] En 1670 el padre Nicolás Mascardi fundó la Misión del Nahuel Huapi, que terminó en su muerte violenta; sus sucesores, Felipe Laguna y Juan José Guillelmo, tampoco tuvieron éxito.
El destino de los fondos era muy variado, destacándose la construcción o reparación de templos y comprar ornamentos religiosos, pero se daban también casos más curiosos, como las que se organizaban para reunir la dote que las monjas debían pagar al ingresar al convento.
[89] La Santa Sede tomó también abiertamente partido por el bando realista y se negó a mantener cualquier relación con los gobiernos independentistas de América.
En la Convención Constituyente tuvieron posiciones encontradas el sector liberal, favorable a la libertad de culto, opuesto al sector tradicional, liderado por el sacerdote Pedro Alejandrino Zenteno, convencional por Catamarca, que proponía restringir la libertad de culto.
Por otro lado, los obispos lograron poner en funcionamiento los seminarios diocesanos, y en 1858 fue fundado el Colegio Pío Latino Americano en Roma, donde se formaron varios sacerdotes argentinos.
Una nueva organización, la Unión Católica, dirigida por José Manuel Estrada (pensador), Tristán Achával Rodríguez, Miguel Navarro Viola, Emilio Lamarca y Pedro Goyena.
[171] En 1891 el Papa León XIII dio a conocer la encíclica Rerum Novarum, basada en el catolicismo social, que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras; allí dejaba patente su apoyo al derecho laboral de «formar uniones o sindicatos», reafirmaba en su apoyo al derecho de la propiedad privada y discutía sobre las relaciones entre el gobierno, las empresas, los trabajadores y la Iglesia, proponiendo una organización socioeconómica que más tarde se llamaría corporativismo.
Las ideas corporativistas se instalaron en la sociedad, aunque su crecimiento fue moderado debido a la bonanza económica y la libertad política.
[191] No obstante, algunos sectores católicos adhirieron a estas ideas, impulsados los acontecimientos en México de la guerra cristera.
[cita requerida] Distintos grupos lanzaron las conferencias populares, durante las cuales sucesivos oradores católicos hablaban en la vía pública en barrios humildes, donde hasta poco antes solamente llegaba la voz de los agitadores anarquistas y socialistas, cuya resistencia a los oradores religiosos causó además algunos disturbios.
[197] La década de 1920 presenció un proceso dual, durante el cual distintas iniciativas laicas alcanzaron gran empuje, mientras la jerarquía eclesiástica se esforzaba por encauzarlas bajo su dirección.
[202] La ACA tendría un crecimiento muy rápido, y continuaría creciendo –aunque más lentamente– durante la década siguiente, llegando a unos 70 000 miembros en torno al año 1950.
[205] El 20 de abril de 1934, el papa Pío XI emite la bula Nobilis Argentinae nationis,[206] por la cual creaba seis nuevas arquidiócesis en Córdoba, La Plata, Paraná, Salta, San Juan y Santa Fe, y nueve nuevas diócesis – AzulBahía Blanca, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Mercedes, Río Cuarto, San Luis y Viedma– en la mayor reorganización de la Iglesia argentina que se haya hecho hasta la actualidad.
[207] Dos años más tarde era nombrado el primer cardenal argentino e hispanoamericano,[n. 19] Santiago Copello, arzobispo de Buenos Aires.
[229] No obstante, hasta 1954 nada hacía presagiar el choque entre el peronismo y la Iglesia que estalló ese año; algunos autores han visto como un detonante la fundación del Partido Demócrata Cristiano en julio de ese año, lo que Perón habría tomado como un desafío personal.
[238] Dos clérigos Manuel Tato y Ramón Novoa, fueron expulsados del país; en respuesta, la Santa Sede decretó la excomunión de los responsables de su expulsión, medida que incluía al presidente Perón;[240] no obstante, la medida no fue refrendada por el papa Pío XII, por lo que nunca habría entrado en vigor.
La Catedral fue atacada, pero otras iglesias sufrieron daños mucho más graves, llegando algunas a ser casi completamente destruidas.
Si bien la Iglesia no sería la única beneficiaria, era claramente la institución con más recursos para aprovechar la medida, por lo que sus detractores acusaron al gobierno de querer favorecerla, lanzando una campaña en defensa de la educación laica; el conflicto es conocido en la historia argentina por el lema Laica o libre.
[269] En efecto, plaza había adquirido el paquete accionario del Banco Popular de La Plata, lo que terminó en una estafa.
Junto al discurso ligado a la justicia social y la liberación nacional, esta corriente eclesiástica proclamó la opción preferencial por los pobres.
[280] Junto al clero, diversas organizaciones laicales colaboraron en la ayuda social, haciéndose muy frecuentes las misiones de laicos en las zonas más pobres del país y en las villas miseria.
[329] Las sucesivas crisis económicas y la desocupación endémica llevaron a un renacimiento del fenómeno de los "curas villeros".
Su principal atractivo es turístico, desde un punto de vista histórico y artístico, dejando su importancia cultural en un segundo plano.
[376]En las primeras décadas del siglo XXI, al igual que en países de Europa y América del Norte comenzó una crisis vocacional que mermó la cantidad de sacerdotes, mientras en 2004 se registraron 1247 aspirantes a sacerdotes, 20 años después pasaron a ser 481.