Desde 1850 dictó cátedra de filosofía en el colegio secundario fundado por el gobernador Manuel Navarro.
Pero en la Asamblea Constituyente reunida en Santa Fe triunfó la postura liberal sobre la tradicional que restringía la libertad de cultos, sostenida por el padre Pedro Alejandrino Zenteno, diputado por Catamarca.
Publicó un periódico dirigido a resistir las presiones de los intelectuales anticlericales, El Cruzado.
En 1872, estando en Sucre, recibió el nombramiento para el arzobispado de Buenos Aires, firmado por el presidente Sarmiento y el ministro Avellaneda.
Este se sintió insultado por el fraile, pero Avellaneda lo admiraba y consiguió acallar las protestas del presidente.
Como temía que el gobierno insistiera, se alejó más aún, para residir en Perú y después en Guayaquil.
Renunció al cargo, pero a los pocos días le llegó la orden del papa León XIII de aceptar la candidatura.
Su respuesta fue: Se trasladó a Buenos Aires por primera vez en su vida, para recibir la ordenación episcopal, en 1880.
El presidente Roca aprovechó para invitarlo a predicar en el Tedeum con que se celebraba la federalización de Buenos Aires.
Tenía mucha sed, se sentía indigestado y le pesaba la cabeza.
No obstante, confirmó a numerosas personas en cuanto lugar se detenía la galera.
El martes 10 amaneció mejor; desayunó, tomó el remedio del homeópata y continuaron el viaje.
El malestar volvió en seguida y Esquiú sentía otra vez mucha sed.
Sufrió dos descomposturas y tuvo que ser llevado por varias personas hasta una cama donde se desvaneció.
Se le practicaron diversas curaciones sin resultados; a las tres de la tarde murió.
Su cadáver fue trasladado en la misma mensajería hasta Recreo, donde unos kilómetros antes de llegar le esperaba el pueblo con faroles y antorchas para acompañar al obispo hasta la población, en un cortejo fúnebre al paso de la galera.
[7] El mismo lleva al visitante por un recorrido por los lugares hitos en la vida del franciscano.