La vida monástica se apellida venerabilis, y el que ha hecho profesión en la misma recibe igual apelativo.
[1] Y cierto prelado «relicto episcopatu in Monasterium SS. Martirum Agaunensium ingressus, vitam venerabilem duxit».
En un breve de Benedicto XIV, el Papa se extiende en la argumentación que apoya tal costumbre:
En la Iglesia ortodoxa, venerable es el título atribuido a los santos que vivieron una vida monacal o de ermitaño.
San Beda fue llamado «venerable» poco después de su muerte, siendo el primer uso registrado del término en este ámbito.
[2] En la Comunión anglicana, venerable es el tratamiento protocolar que se le da a un archidiácono.