Adolfo Tortolo

Participó de las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II,[1]​ en el que tuvo algunas intervenciones escritas y orales.

[2]​ Sus cartas pastorales lo retratan como un obispo conservador en la doctrina y la organización del clero.

Apoyó el crecimiento en la Argentina del Opus Dei, a cuyo fundador admiraba públicamente.

[5]​ Tuvo una actuación destacada en agosto de 1975, cuando se entrevistó con la presidenta María Estela Martínez de Perón, que había decidido renunciar al cargo; durante la entrevista —pedida por la presidenta— la convenció de no renunciar y en cambio solicitar una licencia, durante la cual ejercería la presidencia Ítalo Luder, presidente provisional del Senado.

En los días siguientes, la Conferencia Episcopal presidida por Tortolo emitió un comunicado en que condenaba genéricamente los crímenes políticos como la tortura y el asesinato, sin detallar en absoluto que la dictadura ya había comenzado a aplicar un proceso sistemático de asesinatos y desaparición de personas.

Tras entrevistarse con él en la sede del palacio episcopal, lo devolvió a sus captores donde fue desaparecido.

Tortolo tejió una relación estrecha con el dictador J. Rafael Videla hasta convertirse en su confesor, confidente y consejero.