Lucró durante años en el Perú con engaños diversos, pero sin obtener dinero suficiente para retirarse.
En Quinga Tambo contrajo matrimonio con Ana Bonilla, quien era hija de padre zambo y madre indígena.
Pese a la amplitud del territorio, la situación de los colonizadores españoles era precaria, entre otras razones merced a la oposición de los nativos calchaquíes, un pueblo guerrero del conjunto diaguita que había estado muy brevemente sometido al Tawantinsuyu y rechazaba vehementemente la presencia española.
Los intentos de evangelización llevados reiteradamente a cabo por misioneros jesuitas habían resultado infructuosos, puesto que los diaguitas "calchaquíes" se mostraban reticentes a técnicas empleadas con éxito con otros grupos de la zona.
Entre esos caciques se hallaba Pedro Pinguanta, de cierta influencia, quien lo refugió en los valles Calchaquíes cuando los españoles procuraron apresarlo.
Aseguró a los españoles que — considerado inca o, mejor dicho en el idioma de los diaguitas, el cacán: titakín por los diaguitas calchaquíes— era capaz de obtener su sumisión al rey y que sería fácil convertir a los indígenas al cristianismo.
Insinuó también que revelaría la ubicación de los yacimientos, si ellos le garantizaban su reconocimiento como monarca local y su apoyo.
Sin embargo, Bohórquez pudo mantener la situación durante dos años, mientras asentaba un gobierno fuerte y militarizando en los valles contra los españoles.