[11] Entre esos sectores un pequeño grupo conducido por el coronel Juan Domingo Perón, estableció una alianza con los principales sindicatos socialistas y sindicalistas revolucionarios, logrando importantes conquistas laborales.
La mayoría de los partidos que fueron opositores al peronismo (UCR, PS, PDN, PDP, PDC) integraron la dictadura formando la Junta Consultiva Nacional.
[35] Su gobierno, inspirado en las ideas desarrollistas, pretendió modernizar e industrializar la sociedad, basando su modelo económico en un masivo llamado a las inversiones extranjeras.
De todos modos Guido asumió la Presidencia bajo control militar y se vio obligado a establecer un régimen no constitucional, sin Congreso ni autonomías provinciales.
Por ello, en su campaña electoral Illia se comprometió a anular los contratos, cosa que hizo –por decreto– apenas un mes después de asumir la presidencia.
Esta medida perjudicó la imagen del gobierno en el exterior y lo alejó de todo posible acuerdo con los sectores liberales.
[129] Los trabajadores se vieron fuertemente perjudicados, ya que su participación en la renta nacional bajó abruptamente, de un 43% al 39% en el mismo período.
[164] Una semana después se producía un golpe interno para desplazar a Onganía y abrir una salida electoral negociada con el peronismo.
[172] Tras el asesinato de Alonso, Perón logró que la CGT designara al metalúrgico José Ignacio Rucci como secretario general.
Su objetivo era desbaratar el plan de Lanusse, mediante un amplio acuerdo civil con los partidos políticos -especialmente los que habían sido antiperonistas en 1955, priorizando la relación con Balbín-, la CGT y los empresarios nacionales, para realizar elecciones libres sin condicionamientos militares.
La fórmula fue rechazada inicialmente por la mayoría del sindicalismo peronista y aceptada luego a regañadientes, absteniéndose de participar activamente en la campaña electoral.
Otros 19 fueron recapturados y llevados a la Base Aeronaval Almirante Zar, donde dieciséis de ellos serían asesinados una semana más tarde.
Era público en aquel momento que sólo Perón tenía la capacidad de intervenir para pacificar los graves conflictos internos del país, en un contexto internacional altamente polarizado.
[197][198] Mientras que Montoneros suspendió la lucha armada pero sin desarmarse, varios dirigentes derechistas armaron rápidamente una serie de bandas parapoliciales.
La más destacada fue el grupo parapolicial armado por Jorge Osinde a pedido del ministro de Bienestar Social José López Rega.
Pero en Ezeiza las diferencias entre los diversos sectores del peronismo salieron a la superficie causando un tiroteo con armas largas que dejó trece muertos y decenas de heridos.
[237] Varios oficiales fueron asesinados en represalia en numerosos atentados, pero el asesinato del capitán Humberto Viola generó un enorme descrédito entre sus propios aliados, ya que también costó la vida de su pequeña hija.
[237] Al iniciarse el año 1976 continuaron los ataques, aunque más espaciados por la sangría que había disminuido drásticamente su número de combatientes.
El radicalismo, por su parte, liderado por Fernando de la Rúa, era partidario remover a la presidenta Perón mediante un juicio político, que fue rechazado en bloque por la bancada justicialista mayoritaria.
[265] En noviembre el Partido Justicialista expulsó al gobernador antiverticalista Calabró y en diciembre la presidenta elaboró un decreto para intervenir la provincia de Buenos Aires.
Las autoridades constitucionales fueron reemplazadas por una Junta Militar de Gobierno formada por Jorge Rafael Videla(Ejército), Emilio Eduardo Massera (Marina) y Orlando Ramón Agosti (Fuerza Aérea}.
[280] Discrepando con los anteriores, otros analistas han destacado que por primera vez, ninguno de los principales partidos políticos apoyó explícitamente el golpe.
Organizaciones de derechos humanos, partidos políticos, fallos judiciales y especialistas han considerado que los asesinatos masivos constituyeron un genocidio.
El ERP ya estaba muy disminuido al iniciarse la dictadura, y sus intentos de continuar la lucha en Tucumán terminaron en un desastre.
Para proteger a las entidades financieras y garantizar las deudas, el Estado se hizo responsable del pago de los depósitos.
[330] Se produjo un auge masivo de importaciones, con un efecto desastroso sobre la industria: grandes empresas industriales cerraron sus plantas, entre ellas General Motors, Peugeot, Citroën y Chrysler, Siam, Decca (Deutz-La Cantábrica), Tamet, Olivetti.
[326] Para 1980, la producción industrial había reducido un 10% su aporte al PBI, y en algunas ramas –como la hasta entonces extendida industria textil– la caída superó el 15%.
[362] La opinión pública argentina reaccionó negativamente, y Videla se opuso al estallido de una guerra, pero temía ser desplazado por sus generales más belicistas.
Estuvo integrado entre otros por José Luis Castillo (conductores navales), Manuel Diz Rey (viajantes de comercio), Ramón Elorza (gastronómicos), Demetrio Lorenzo (alimentación), Juan Racchini (aguas gaseosas), Juan Serrano (neumáticos), Ricardo Pérez (camioneros), Ramón Baldassini (telepostales), Carlos Cabrera, (mineros), Fernando Donaires (papeleros), Roberto García (taxistas), Enrique Micó (vestido), Hugo Curto (metalúrgico) y José Ángel Pedraza (ferroviarios).
[415] En septiembre, el gobierno sancionó una "Ley de Pacificación Nacional", que en la práctica amnistiaba preventivamente a todos los militares por cualquier hecho ocurrido durante la "guerra sucia" y las sucesivas dictaduras.