En su mayoría, las construcciones públicas realizadas durante el siglo XIX hasta antes del Porfiriato se destruyeron.No corrió con la misma suerte el Manicomio de La Castañeda, en Mixcoac, derruido en 1968 para ser olvidado casi por trozos y completo.Esta destrucción de la cultura mexicana fue particularmente aguda durante la regencia del alcalde Ernesto Peralta Uruchurtu.Se estima que existen cerca de mil cuatrocientos tianguis tan solo en esta entidad.Aunque por otro lado son también una gran opción para ahorrarse dinero en la compra de varios artículos como ropa o aparatos tecnológicos.No corrieron la misma suerte los periódicos críticos del porfiriato, perseguidos hasta su extinción.Entre sus máximos exponentes están José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera.[25] A los pintores mexicanos se sumaría en 1941 la catalana Remedios Varo, que con otros españoles inmigrados por aquella época enriqueció la cultura del Distrito Federal y de todo México.En la segunda mitad del siglo XX hubo un rompimiento con la plástica asociada al triunfo de la Revolución.Encabezaron esta ruptura figuras como José Luis Cuevas, quien optó por un estilo modernista, desapasionado de la política en oposición a sus colegas muralistas.Al mismo tiempo, la escultura —que había quedado relativamente a la sombra en comparación con la pintura— recobró nuevos bríos, alejándose del hieratismo de obras como el Monumento a la Madre, de Monasterio; para inclinarse primero por la abstracción geométrica —como en El Caballito, de Sebastián— y luego por formas más libres y conceptuales.Obras suyas son Amor es más laberinto, Los empeños de una casa y Respuesta a Sor Filotea,[30] carta en que responde a los llamamientos del obispo de Puebla para que la religiosa abandonara todo cuanto fuera profano.Del siglo XIX es José Joaquín Fernández de Lizardi, que se ganó la cárcel por su actividad periodística crítica al gobierno virreinal.Su obra más conocida es El Periquillo Sarniento, (1818) novela picaresca inspirada en los modelos españoles del siglo XIX.Tanto Peza como Nervo fueron, además, diplomáticos al servicio del gobierno porfirista.Este autor, único Premio Nobel de Literatura mexicano, es ampliamente conocido por su obra ensayística; género al que pertenece El laberinto de la soledad, una pieza clave en el pensamiento sobre la identidad mexicana.La mancha urbana no comprende solamente la capital del país; a ella se le unen territorios del Estado de México, entre ellos Ciudad Satélite y Ciudad Nezahualcóyotl, más conocidos coloquialmente como Satélite y Neza.En esta categoría están los puestos que venden cocteles de frutas (en español mexicano, pronunciado cocteles, con acentuación en la e, no en la o, como ocurre en el español de España) con miel o con granola.No se pueden olvidar las loncherías, especializadas en vender tostadas, tacos fritos y tortas.Para los capitalinos con más tiempo y tal vez con más recursos económicos, el día puede empezar en una cafetería en la que se sirven desayunos de paquete con platos a base de huevo o chilaquiles.Entonces comienza la comida del mediodía, que para la gran mayoría es el alimento más importante de la jornada.Las fondas se encargan de dar a comer a quienes solo cuentan con una o dos horas para alimentarse; su especialidad es la comida corrida, que suele incluir tres tiempos: sopa aguada (consomé es lo más común), sopa seca (arroz y espagueti son los más comunes) y guisado (una gran variedad).También hay, por supuesto, restaurantes de comida internacional: japonesa, italiana, china o francesa.Las cenas tradicionales caseras consisten en algún alimento derivado de la comida del mediodía, algún antojito o chilaquiles.Afuera de las panaderías se venden esquites, elotes, tamales, sopes y quesadillas.Por supuesto, está incluida la Central de Abasto, que casi sin excepción surte a todos los anteriores.El centro histórico es la zona más antigua de la ciudad, donde existen incontables cantinas, taquerías, torterías, fondas, pulquerías y dulcerías tradicionales.Como parte de una nueva tradición en Iztacalco, cada año se lleva a cabo la Feria Latinoamericana del Tamal.La colonia Condesa en los últimos años se ha vuelto un lugar interesante para ir a cenar.En estos lugares hay pocos restaurantes de cocina mexicana, y los que hay ostentan el título de «cocina mexicana contemporánea», concepto que aún está siendo moldeado por chefs y gastrónomos.