En 1872, Posada y Pedroza deciden instalarse en León, Guanajuato, donde ambos se dedicaron a la litografía comercial.
[2] Pese a su obra variada y popular el grabador no fue tan reconocido como otros artistas contemporáneos.
[9] Describió con originalidad el espíritu del pueblo mexicano desde los asuntos políticos, la vida cotidiana, su terror por el fin de siglo y por el fin del mundo, además de los desastres naturales, las creencias religiosas y la magia.
Por su estilo y temática empleados, José Guadalupe Posada, es considerado un artista popular, proveniente del pueblo, que nutrió su obra del imaginario popular mexicano y a quien se dirigió como público.
[10] También es considerado precursor del movimiento nacionalista mexicano de artes plásticas, el muralismo.
[2] Durante su trabajo como ilustrador de periódicos, José Guadalupe se reveló pronto como un extraordinario dibujante, muchas veces contrario a las reglas de la pintura académica mexicana, vigente hasta los primeros años del siglo XX.
En su fructífera vida creadora fue perseguido y atacado, debido a que siempre enfatizó su temática haciendo crítica y denuncia de atrocidades e injusticias cometidas por los regímenes que gobernaban el país.
En su obra rescata episodios históricos nacionales relevantes y describe la sociedad mexicana en tiempos de guerra.
En el Gil Blas Cómico, El Popular, Diablito Bromista y otras publicaciones, el artista realiza caricaturas que critican los abusos e incoherencias del régimen porfirista.
Sus primeros trabajos realizados en talleres e imprentas pequeñas, le brindaron la posibilidad de desarrollar su destreza artística como dibujante, grabador y litógrafo; por esos tiempos, realizó algunas ilustraciones satíricas que aparecieron en la revista El Jicote.
Revistió al esqueleto en la calavera: esencia de los pesares y alegrías del pueblo.
Dibujó calaveras montadas a caballo, en bicicleta, con las que señalaba las lacras, la miseria y los errores políticos del país.
Si es el caso original de La Catrina o La Calavera garbancera, retomada años después por Diego Rivera, el grabado representa una burla de los indígenas enriquecidos durante el Porfiriato que despreciaban sus orígenes y costumbres, copiando modas europeas.
Sus calaveras forman parte de una expresión del arte popular, son una creación en la que se pierde el nombre del autor y de la época, quedando plasmadas en la historia.