En la Casa Azul vivió Frida Kahlo (1907-1954) la mayor parte de su vida; inicialmente, junto a su familia y años después, con Diego Rivera (1886-1957).
[4] Frida quiso dejar su casa como museo, para el aprendizaje y disfrute de su amado México.
Asimismo, dos exposiciones itinerantes comisionadas por el Museo, llamadas “Frida Kahlo, sus fotos” y “Las apariencias engañan”, son muestras de excelsa calidad, que difunden a nivel nacional e internacional, el legado de Frida y Diego salvaguardado en la Casa Azul.
Sus calles han sido escenario de la vida y tránsito de figuras destacadas del ambiente cultural mexicano tales como Rina Lazo, Emilio “Indio” Fernández, José Clemente Orozco, Aurora Reyes, Luis Buñuel, David Alfaro Siqueiros y Jorge Ibargüengoitia, entre otros.
El joven germano, se sintió motivado por la creciente y económicamente exitosa colonia alemana ya existente en México, que proliferaba para la segunda mitad del siglo XIX, así como por la lectura de las crónicas del explorador, investigador y científico alemán Alexander von Humboldt (1769-1869).
Esto, aunado a que –según relató la misma Frida- había fallecido su madre, y nunca tuvo una buena relación con su madrastra en Alemania.
En concordancia, comenzó a trabajar en la joyería La Perla, ubicada en el centro de la capital del país.
Así, el joven Kahlo pronto estaba laborando como reportero de varias revistas nacionales.
Por mucho tiempo, esa construcción que recuerdo con las fachadas siempre pintadas de azul ultramar fue la única en toda la manzana".
[20] Posiblemente, Wolff consiguió esta concesión territorial, justamente para promover el poblamiento de la colonia Del Carmen, urbanizándola al modo moderno.
Toda azul reluciente con esquinas rosadas, con ventanas verdes y un patio central con cactáceas, naranjos e ídolos aztecas”.
En una casa azul ubicada en avenida Londres, que estaba rodeada de policías, me reuní con Trotsky y Natalia”.
Esta visita que se prolongó por dos años atrajo prensa, así como actividad social y política al inmueble.
Se estima que el hermoso jardín de la casa comenzó a tomar forma en un periodo indefinido entre 1933 y 1936.
En 1937, Diego adquirió el predio colindante, anteriormente deshabitado, de mil cuarenta metros cuadrados.
Las únicas fotografías que existen del inmueble en tiempos de Guillermo Kahlo son en blanco y negro.
En oposición a la costumbre arquitectónica del porfiriato, en los años veinte se abandonó la imitación de modelos extranjeros.
En la habitación contigua se encontraba el entonces estudio de Frida; la presente sala 2 del Museo.
Aquí, la artista escribe que fue particularmente dónde nació,[43] aunque esto último no está, hasta la fecha, fehacientemente documentado.
[49] En 1942, Rivera vuelve a confiar en su amigo arquitecto para los planos iniciales del que sería el majestuoso Anahuacalli.
Diego, inspirado por la piedra volcánica que había sido utilizada por los aztecas para construir pirámides y tallar piezas ceremoniales,[51] le pidió a O’ Gorman que recubriera la nueva construcción con bloques de esta piedra, cuidadosamente cortados.
Debido a su geometría, este espacio es actualmente conocido en el Museo Frida Kahlo como “cubo de la escalera”.
[57] Con la llegada de Trotski a la Casa Azul y la ya conocida compra del lote aledaño a esta, se tiró la pared que dividía ambos terrenos y se extendió el jardín, que ahora contaba con una extensión de 800 metros cuadrados.
[60] En 1946, se construyeron una serie de patios ya descritos anteriormente en el presente texto; unos cubiertos y otros expuestos.
[70] Un censo hecho en el año 2018 a las plantas existentes, muestra la gran variedad de orígenes que tienen los elementos vivos del jardín.
Se han reconocido jacarandas, bugambilias, magnolias, truenos, yucas, aguates, cedros, fresnos, nísperos, ficus, encinos, pirul del Brasil, acacias, limones, perales, ciruelos, laureles y palmas.
Cada habitación de la Casa revela la clara preferencia que la pareja tuvo en torno a la estética mexicana.
Así, por ejemplo, esculturas prehispánicas se encuentran expuestas en varios lugares de la Casa Azul.
En vida, Rivera dejó todo arreglado para que cuando él y Frida murieran, se convirtiera la casa en museo.
Fue necesario anexar y acondicionar el inmueble contiguo a la residencia para poder exhibir los tesoros encontrados.