Su padre, Alejandro Ibargüengoitia Cumming, murió cuando él tenía ocho meses de edad.
[3][4] Estudió durante su infancia y adolescencia en escuelas administradas por la orden religiosa de los Hermanos Maristas y formó parte de los boy scouts,[5] con quienes en 1947 asistió a la Jamboree (reunión anual de los scouts), que consistió en viajar por Francia, Italia, Suiza e Inglaterra por tres meses.
Las mujeres que había en la casa pasaron 15 años lamentando esta decisión [...] Más tarde se acostumbraron».
Al terminar sus estudios, Ibargüengoitia se dedicó a la docencia; obtuvo incluso la cátedra de Usigli, quien lo designó como reemplazo junto a Luisa Josefina Hernández cuando éste se retiró.
[6] Mientras aún era estudiante de arte dramático, en 1953, Ibargüengoitia escribió varias obras de teatro con moderado éxito pero que le auguraban una carrera ascendente en el mundo del teatro, como Susana y los jóvenes, La lucha con el ángel (la cual recibió una mención especial en el concurso latinoamericano de Buenos Aires en 1956), Clotilde en su casa, la comedia infantil El peluquero del rey, Llegó Margó y Ante varias esfinges.
[5] Su ya de por sí débil relación con el mundo del teatro al encontrar escaso éxito con sus obras, sufrió un golpe a principios de los años 60 después de que Rodolfo Usigli no lo mencionó en una entrevista con Elena Poniatowska, cuando se le pidió que mencionara a sus alumnos favoritos.
[5] Entre 1961 y 1964, Ibargüengoitia se dedicó a la crítica teatral para la Revista de la Universidad.
Sus críticas frecuentemente generaron controversias por atreverse a escribir negativamente sobre autores que se consideraban intocables.
Ibargüengoita citó a Evelyn Waugh y Louis-Ferdinand Céline como los autores que más le influyeron.
[11] La Independencia de México y la Revolución mexicana eran las etapas que más le interesaban.
[11] Además de los sucesos históricos, Ibargüengoitia a menudo escribía sobre pequeñas anécdotas, detalles y problemas ocurridos en la vida diaria.
[13] “Disfrutaba enormemente el largo proceso de escribir y reescribir sus libros.
Joy Laville en 1985 para Vuelta escribió: «Jorge estaba trabajando en una novela que, tentativamente iba a llamarse Isabel cantaba, cuando llegó la invitación para el encuentro de escritores en Colombia».
[19] De acuerdo con la editorial Joaquín Mortiz, los libros son bien recibidos en librerías y bibliotecas hasta la fecha,[6] además de que en los últimos años ha habido una atención renovada sobre su obra gracias al esfuerzo de escritores y académicos como Juan Villoro y Sergio González Rodríguez.
Serafina y Arcángela, ópera en dos actos de Enrique González-Medina basada en la novela Las muertas.