Sergio Pitol

Al poco tiempo, cuando tenía cinco años, su madre murió ahogada en el río Atoyac.

Así lo describe él mismo en su discurso elaborado para el Premio Cervantes:[3]​ Pasó su infancia rodeado de adultos que expresaban en sus conversaciones una gran nostalgia por el mundo anterior a la Revolución, un mundo destruido del que guardaban recuerdos contradictorios: tan pronto evocaban las virtudes de aquel paraíso perdido como se quejaban por las miserias y calamidades que habían pasado en aquella época.

A los diecisiete años, ya estaba familiarizado con Marcel Proust, Faulkner, Thomas Mann, Virginia Woolf, Kafka, Neruda, Borges, los poetas del grupo Los Contemporáneos, mexicanos, los de la generación del 27 y los clásicos españoles.

Su paso por Moscú[5]​ afianzó en él su afición por la literatura rusa en general y por Antón Chéjov en particular.

En esta etapa Sergio Pitol se centra en ahondar en la psicología de los personajes, (la mayoría mexicanos) planteándose algunos dilemas morales.

En ella, hace un registro de los personajes y lugares que fue conociendo, aunque utilizara el lugar solamente como marco escénico.