Las catedrales de España son los templos católicos[aclaración requerida] donde el obispo diocesano tiene su sede, su cátedra, y que están situados en territorio español.
Habitualmente su edificación se extendió a varios siglos, por lo que suelen ser el resultado de distintas épocas y estilos arquitectónicos.
Este proceso, no sin altibajos, lleva a la unificación de ambas confesiones.
Con la rápida conquista musulmana de la península ibérica (710-718), los reinos cristianos quedaron reducidos a una estrecha franja en las cornisas cantábrica y pirenaica.
[10] De las catedrales construidas en la reconquista cristiana sólo quedan algunas, completas muy pocas y fragmentadas las más.
[13] Existen coincidencias importantes en las plantas y en los arcos fajones, pero sobre todo en los cimborrios, unas torres linterna que se disponían en el nacimiento de las cúpulas.
La palabra mudéjar proviene del árabe مدجّن (mudaǧǧan) y significa "al que le ha sido permitido quedarse", refiriéndose a los musulmanes que continuaron viviendo en los reinos cristianos cuando sus tierras pasaron al control de estos.
Con el avance cristiano hacia el sur, nace el llamado mudéjar toledano, con un carácter aún más arábigo.
[19] En Teruel trabajó el moro zaragozano Maestre Yusuf e interesa especialmente por su sólida torre, que fue modelo en su género, así como por su cimborrio del siglo XVI, versión renacentista del mudéjar, e inspirado en el de la catedral de Zaragoza.
[21] El período gótico tuvo una larga vigencia en España desde mediados del siglo XII hasta el XVI.
Las proporciones son un poco más reducidas que las gigantescas catedrales de Burgos y Toledo, pues la diócesis tenía menos recursos, sin embargo sus afiladas torres y ligeras decoraciones exteriores la hacen parecer más grande e imponente.
La impresión de espacio está aumentada por las tribunas sobre las capillas laterales, que dan mayor anchura al ya amplísimo interior.
[39] Exteriomente ocurre lo contrario: los contrafuertes quedan fuera de la vista del espectador, encerrados en su interior.
Construida la cabecera, se decidió, tras una larga discusión técnica, cubrir con una sola nave en lugar de con tres.
Las naves están articuladas por apretados muros contrafuertes que le dan una visión externa muy característica.
Su primer arquitecto pudo ser Charles Galter de Rouen y el diseño está influido por modelos franceses.
En España convivieron por mucho tiempo (como sucedía en Europa del Norte), el estilo anterior y el nuevo, en plano de igualdad.
En este periodo se construyeron nuevas e impresionantes catedrales tardogóticas en Salamanca, Segovia, Plasencia y Astorga|.
Altísimos pilares pasan, sin interrupción, a convertirse en bóvedas con nervaduras estrelladas de múltiples tramas.
Al refinamiento final del plateresco, simplificadas sus ampulosas filigranas, corresponde la nueva catedral de Granada.
Encargada por Felipe II tras la realización del Monasterio de El Escorial, suponía un enorme cuadrilátero gigante flanqueado por cuatro torres en las esquinas, rechazando totalmente el sistema gótico.
Inicialmente, partiendo del estilo herreriano, se mantuvo la sobriedad ornamental y la estructura clásica en las construcciones.
Está fachada será llamada posteriormente del Obradoiro por dar a la plaza donde los canteros trabajaban la piedra.
[59] Menor envergadura, pero gran importancia, tienen las reformas barrocas ornamentales en los templos románicos y góticos.
[62] Este templete está dispuesto en la nave central del templo encajado en un vano entre cuatro columnas.
[62] Por último, señalar la influencia que la arquitectura barroca ha tenido en América Latina y en algunas regiones de Asia.
[64] Durante la segunda mitad del siglo XVIII, las catedrales góticas fueron objeto de numerosas reformas tanto interiores como exteriores.
Históricamente, este periodo se corresponde con la época del auge de los nacionalismos y el imperialismo.
En arquitectura eclesiástica, que es nuestro caso, los estilos más utilizados fueron el neogótico y el neorrománico.
En España, destacó el modernismo catalán que se desarrolló principalmente en Barcelona, entre 1880 y 1930, adquiriendo personalidad propia.