Primacía de la diócesis de Toledo

De esta forma, las primeras provincias eclesiásticas se correspondieron exactamente con las existentes estructuras provinciales romanas.La coincidencia entre división política-división religiosa existió hasta la caída del Imperio romano de Occidente en el 476.El problema surgió cuando, a mediados del siglo VI, el emperador bizantino Justiniano I se hizo con el control de una franja importante del sur de Hispania, incluyendo diócesis tan importantes como Corduba, Begastri, Illici y la propia Cartagena, ahora renombrada por Justiniano como Carthago Spartaria.Al quedar la sede metropolitana y la capital provincial en territorio ocupado por los bizantinos, poco después de su llegada al trono, el rey visigodo Gundemaro promovió la celebración de un sínodo que se desarrolló en Toledo y que designó a dicha ciudad como la metrópoli de toda la provincia.Este hecho desplazó al clero toledano mozárabe, que había permanecido firme en Toledo bajo el sometimiento del Emir o el Califa (cuestión discutida desde Alfonso III de Asturias, teniendo su momento álgido en el enfrentamiento de San Beato de Liébana al adopcionismo o herejía adopcionista toledana, que posiblemente era un intento de transacción con el monoteísmo estricto islámico y un vago recuerdo del arrianismo visigodo).Estos privilegios le permitieron a la sede toledana administrar un gran patrimonio y obtener cuantiosas rentas, que aún aumentaron más su poder religioso y civil.Mientras que gracias a la obra de San Martín de Braga, los suevos en Iberia renunciaron a las herejías arriana y priscilianista durante dos sínodos celebrados en Braga en el siglo VI.[2]​ Vale la pena señalar que Rechiar, el rey suevo, también fue el primer rey germánico en Europa en convertirse al cristianismo calcedonio, anterior a Clodoveo de los francos.En el I Concilio de Nicea (325) Tarragona ya es mencionada como metrópoli mucho antes que Toledo.Del año 638 figuran unas actas del arzobispo Protasio firmadas con esta fórmula: In nomine Domini, ego Prothasius Sanctae primae sedis Tarraconensis Ecclesiae in merito Episcopus, in his constitutionibus a nobis editis subscripsi (En el nombre del Señor, yo Protasio por los méritos de obispo de la Santa primada sede de Tarragona, suscribo en estas Constituciones editadas por nosotros).Poco después, el papa León XIII, cuando elevó la catedral de Tarragona a basílica, reconoció que Tarragona fue la Sede principal del Imperio romano en la península ibérica, existiendo desde los primeros siglos de la fe cristiana la Iglesia patriarcal y primada de las Españas.[7]​ En la actualidad, los obispos catalanes se organizan en una conferencia episcopal tarraconense, cuya oficialización por la Santa Sede no está decidida aún.
División provincial de Diocleciano.
Provincia eclesiástica de Toledo hacia el siglo XIX .