Los historiadores árabes la denominaban Qashtāla[20] قشتالة y su nombre aparece justificado como tierra sembrada de castillos.
El nombre de Castilla aparece en el documento notarial por el que el abad Vitulo donaba unos terrenos.
[31] Este consideró que era el legítimo sucesor y, por lo tanto, pasó a regir ambos reinos, si bien actualmente diversos autores rebaten que Fernando I creara el reino de Castilla.
[32] Sancho II es asesinado en 1072 y su hermano accede al trono de Castilla.
Esta se casó, en segundas nupcias, con Alfonso I de Aragón, pero al no lograr regir ambos reinos, y debido a los grandes enfrentamientos de clases entre ellos, Alfonso I repudió a Urraca en 1114, lo que agudizó los enfrentamientos.
Si bien el papa Pascual II anuló el matrimonio anteriormente, ellos siguieron juntos hasta esa fecha.
[39] Durante la invasión napoleónica y el reinado de José I Bonaparte, se establecieron 28 prefecturas o provincias al estilo francés, que ignoraban los condicionantes históricos y recibieron nombres de accidentes geográficos.
[62] Asimismo, existen otros grupos que tampoco incluyen a las comunidades de Cantabria y La Rioja y otros que incluyen únicamente a las tres autonomías consideradas castellanas, apostando por su unión.
Existe diversidad de opiniones sobre los territorios que deberían integrar Castilla.
Algunas comunidades uniprovinciales desgajadas de la antigua Castilla la Vieja cuentan con un regionalismo propio muy implantado.
En Cantabria no existe actualmente ninguna fuerza política o agrupación que defienda la integración en Castilla.
Existieron algunos movimientos proclives a la unión con Castilla como las ya desaparecidas Asociación Cantabria en Castilla (Aceca), colectivo procastellanista activo en Cantabria durante el proceso autonómico, y su heredera Asociación para la Integración de Cantabria en Castilla y León (AICC), activa en el primer lustro del siglo XXI.
El regionalismo riojano, que defiende tanto la pertenencia a la autonomía de La Rioja como a España, es desde el punto de vista identitario mayoritario en la comunidad, según las encuestas y estudios sociológicos.
[67] Un lugar común es la extensión del paisaje y la naturaleza al carácter de sus gentes.
En este contexto, Giner de los Ríos encontró en este paisaje castellano atributos tales como una «robusta fuerza interior, severa grandeza, nobleza, dignidad, señorío, esfuerzo indomable, gravedad, austeridad, carácter y modo de ser poético».
[93] En Galicia, la plasmación de una Castilla imaginada como referente de negación necesario para construir la Galicia imaginada, tendría una importancia destacada en los períodos del regionalismo y la primera etapa del nacionalismo gallego.
[96] Por su parte Blas Infante, prócer del andalucismo, alejándose del casticismo también reivindicó a «Andalucía» frente a «Castilla», poniendo en valor rasgos semíticos e islámicos que encontró en el genio andaluz, si bien en un principio no en un sentido completamente antagonístico.
[98] También figura en esta proyección cultural de Castilla la labor del músico y folclorista Antonio José, que dedicó a estas tierras obras como Sinfonía castellana, Danzas burgalesas, Evocaciones, Suite ingenua e Himno a Castilla.
[100] Previamente a su militancia en Falange, Onésimo Redondo, cuyo castellanismo se convirtió en un eje clave de su ideología e influyó en ese aspecto a Ramiro Ledesma Ramos,[101] abogó en «Castilla en España» como espacio donde se sublimarían las esencias nacionales contrarias a la corrupción de la capital y las urbes por una «España castellana y rural», opuesta al europeísmo, al cosmopolitismo y a los influjos extranjerizantes de occidente y oriente, por una Castilla rural, «incontaminada en su retiro», que persistiría en su «genuina potencia regeneradora».
[102] Otros eminentes falangistas, como Eugenio Montes («Castilla tiene la misma edad que Europa»), también recogieron posteriormente durante el franquismo el esencialismo castellano de Ramón Menéndez Pidal, una suerte de volkgeist castellano, y lo emplearon como ariete para desafiar al nacionalismo liberal.
[107] También en democracia, se empujó desde las manifestaciones celebradas en Villalar el relato idílico de una «Castilla concejil y comunera».
[108] En esa línea, una musicalización en 1976 del romance Los comuneros (1972) por parte del grupo musical Nuevo Mester de Juglaría supuso el impulso a una teoría particular de Castilla.
[112][113] Según la idea popular, el castellano se originó como un dialecto del latín en las zonas limítrofes entre las actuales Cantabria, Burgos, Álava y La Rioja,[114] con posibles influencias vascas[113] y germano-visigóticas, convirtiéndose en el principal idioma popular del Reino de Castilla (el idioma oficial era el latín).
[112] La colonización y conquista de América llevada a cabo simultáneamente expandió el idioma por la mayor parte del continente americano.
[119] Los dos bailes tradicionales más arraigados en Castilla son la jota castellana y la seguidilla.
[120] La primera referencia escrita a la jota en Castilla data de 1789,[123] en la obra Aventuras en verso y prosa del insigne poeta y su discreto compañero, de [[Antonio Muñoz (escritor del siglo XVIII)|Antonio Muñoz]], donde se narra como unas mujeres de Valladolid le piden a un poeta que haga unas coplas para bailar a la jota.
A partir del siglo xvi se destaca su presencia en el ambiente rural tanto como en el urbano.
[126] Algunos autores apuntan que tienen su origen en Andalucía, tomando carta de naturaleza en Castilla,[120][127] donde se produce su arraigo en la península.
Existen textos bibliográficos y periodísticos que describen detalladamente esta celebración a finales del siglo xix, cuando las fiestas populares mantenían todo su esplendor.
[129] Está basada en productos autóctonos de fácil acceso, con recetas sencillas y poco sofisticadas.