Originadas en el siglo XV en la actual Castilla-La Mancha, son una de las principales manifestaciones del folclore musical español.
Tuvo tal éxito esta recopilación que se publicaron y agotaron varias ediciones.
La introducción es enteramente instrumental y con un número variable de compases (tres o cuatro) y sirve de preludio o aviso a los bailarines, que esperan con una pose elegante el comienzo del baile, generalmente las mujeres con las manos en las caderas o una mano en la cadera y la otra extendida a lo largo de la saya, y los hombres con las manos en las caderas o cogidas a la espalda.
Seguidamente vuelven a empezar y lo repiten todo, otras dos veces más.
La seguidilla manchega, música, canción y baile popular de ritmo vivo y alegre es una creación genuina de La Mancha y, aunque no hay documentación fidedigna de su primitiva estructura musical, se conservan las letras en las que se vislumbra la índole del ritmo.
Si su composición es de siete versos se divide en dos partes; la copla propiamente dicha que comprende los cuatro primeros versos, y el estribillo o estrambote, compuesto por los tres últimos, que pueden complementar el sentido de la copla.
El amor, como no podía ser de otra forma, es el tema más tratado en las seguidillas.
Pero también se tratan otros asuntos del vivir cotidiano: es muy variado el repertorio de seguidillas dedicadas al matrimonio y al ritual de la boda, también se tratan los celos, los desengaños y amores frustrados, la exaltación de la belleza, las ausencias... Después del tema amoroso, quizás sean las seguidillas jocosas, llamadas popularmente «picantes», las más numerosas.
La seguidilla manchega es un importante testimonio cultural, cuyo arraigo en Castilla-La Mancha está demostrado con las numerosas personas que participan en las actividades organizadas por la Federación Castellano-Manchega de Asociaciones de Folclore.