En cuanto al euskera, lo conocía y leía pero nunca llegó a hablarlo.
A este grupo inicial se unirían luego hasta 16 personas más, entre otros el joven poeta Blas de Otero.
Supieron del comienzo de la guerra civil en Francia pero decidieron continuar el viaje.
Para aprovechar el curso 1936-1937, marchó a Friburgo, durante seis meses, donde estudió el sistema político confederal suizo y a donde volvería mucho más tarde de nuevo, tras su jubilación como funcionario de la Unesco en los años setenta.
José Miguel pronto cayó enfermo, quedando hospitalizado en Pamplona y tras recuperarse recibió la baja definitiva del ejército.
Terminada la guerra, en la primavera de 1939, se reanudaron las primeras lecturas públicas en el café La Concordia y desde marzo de 1940 el grupo se acogió a un salón del hotel Carlton.
Álea publicó seis cuadernos literarios de carácter monográfico y con información sobre las actividades del grupo.
El grupo Álea siguió funcionando, si bien con menos empuje, de la mano de Antonio Elías, hasta que este se trasladó a Madrid a estudiar la carrera diplomática.
Entre 1943 y 1945, durante veinte meses, editó la publicación Lar: revista para la familia.
De entre los diversos temas que ocuparon la dedicación intelectual de Azaola en su etapa donostiarra comenzaron a destacar dos que le venían interesando desde su juventud: Unamuno y Europa.
En su etapa parisina, José Miguel de Azaola da comienzo a la que sería su principal obra, Vasconia y su destino, un magno análisis global de la historia, la lengua, la cultura, la economía y la sociología vascas, una obra escrita con afán divulgativo aunque por su monumentalidad parezca indicar lo contrario.
Sobre esa base, en los artículos publicados durante la Transición, sus análisis pondrán de relieve lo que considera "graves imperfecciones inherentes al sistema de los estatutos como fórmula para establecer regímenes autónomos en el interior del Estado".
En este sentido, Azaola se mostró un tanto crítico con el proceso de construcción autonómica, en particular con el Estatuto vasco, al que tildó de "mediocre" por haberse realizado con una metodología contradictoria que, haciendo valer los derechos históricos, no tuvo presente en su ejecución que los depositarios de tales derechos eran las diputaciones forales, a cuyas Juntas hubiera correspondido el trabajo de actualizar sus respectivos pactos forales y transferirlos a posteriori a una Comunidad Foral Vasca.
En 1979, José Miguel de Azaola trasladó su residencia a Friburgo (Suiza), donde continuó con su producción intelectual.
Fue corresponsal del diario El Correo Español-El Pueblo Vasco en Suiza y colaborador habitual en diferentes periódicos de tirada nacional como Ya, El País y La Vanguardia.En 1982 cumplió con un encargo del Comité Olímpico Internacional para traducir al español la Carta Olímpica.
En ella se excluyen múltiples trabajos en libros de varios autores, así como folletos diversos y colaboraciones en revistas).