Diversos escritores románticos intentaron vincularlo a un antiguo baile sensual de los tiempos romanos conocido como cordax (también llamado iconici motus por el poeta Horacio y por el comediógrafo Plauto).
El escritor de sátiras Juvenal hace una mención específica hacia el testárum crépitus (chasquear las castañuelas) que, en su expresión griega temprana, eran usadas como címbalos o platillos para dedos.
Desde principios del siglo XIX, el flamenco adoptó rasgos de los fandangos andaluces, y dio así lugar a los llamados "fandangos aflamencaos", que son considerados hoy en día uno de los palos flamencos fundamentales.
En Jimena de la Frontera (Cádiz) existe un cante y baile denominado jincaleta, con cierto aire a las verdiales malagueñas.
[3][4] En la localidad conquense de Mota del Cuervo se baila un fandango parecido a la seguidilla pero más sencillo; el baile añade el cruce lento y la batida final de piernas con parada y cruce.
Cabe también mencionar que el término fandango hace referencia a festejos de baile folclóricos surgidos en las Américas durante el periodo virreinal, que se popularizaron, por ejemplo, en varios puntos de la Nueva España, hoy México, festejos que recibieron en cada región otros nombres más locales, como huapango en el sur de Veracruz, y mariache en el occidente, los cuales tienen sus raíces principalmente en música española, algunas influencias indígenas como tal vez los nombres huapango e mariache y el zapateo ya que los indio según fray Diego Durán gustaban de llevar los pies a son en sus bayles e hasta hoy todavía por ejemplo usan cascabeles en los pies además de zapatear en tarimas, y acaso influencias africanas, como el mismo término fandango, que se ha discutido que puede tener su origen en una lengua bantú, como el kimbundu.