Enrique Granados

[1]​ Es conocido principalmente por su obra pianística, especialmente por la suite Goyescas (1911), en la que basó también la ópera homónima.

Los Granados permanecieron allí tres años y medio, que fueron suficientes para dejar una huella indeleble en el pequeño Enrique.

La familia se afincó inicialmente en la calle Fenosa, y posteriormente en el paseo de Gracia.

[4]​ Granados no fue escolarizado a causa de su delicada salud, lo cual le permitió concentrarse en sus estudios musicales.

[6]​ A partir de entonces Granados y Pedrell mantuvieron una escasa relación personal, en 1911 se enfrentaron en una dura controversia.

Fue descrito en su grandeza al detalle por Narcís Oller en su novela La Bogería, aunque para la época en la que Granados entró a trabajar ya se había degradado y pasado de moda considerablemente.

El repertorio favorito de los clientes parecía centrarse casi exclusivamente en torno a fantasías y rapsodias recargadas de efectos y florituras varias, muy lejanas al gusto del joven Granados.

Permaneció allí dos meses, improvisando melodías populares y acompañando a patrones de dudosos gustos musicales, actividad que describió con punzantes detalles en su diario.

Viñes y Granados alquilaron un extraño triciclo con el que daban largos paseos por París, y Granados se aficionó también allí a la pintura frecuentando la casa del pintor Francesc Miralles —vecino suyo en Barcelona durante su infancia—, amistad de la cual surgiría más tarde la inspiración para alguna de sus obras.

Las Danzas españolas supusieron el primer reconocimiento internacional de Granados ya que algunos compositores consagrados del momento, tales como Cui, Fauré, Saint Saëns y Grieg parecen haberlas elogiado efusivamente.

En los siguientes siete años tocó con la Societat Filharmónica en veinticinco ocasiones, a menudo con Casals y ocasionalmente estrenando en Barcelona obras procedentes de Francia, tales como la Sonata para violín op.

En noviembre de ese año estrenó en Barcelona Valses poéticos (Madrid: casa Dotesio, ca.

Aunque hubo algunas críticas al libreto, esta ópera le supuso a Granados un enorme éxito comercial.

La Academia Granados ha dado grandes nombres a la interpretación pianística: Paquita Madriguera, Baltasar Samper, Albert Attenelle, Alicia de Larrocha, Rosa Sabater, así como Conchita Badía, a quien consideró su segunda hija, quien estrenó varias obras suyas, algunas de ellas dedicadas...

En los años siguientes, Granados publica varias obras para piano y de cámara.

En 1905 dio a conocer en París las sonatas de Scarlatti que él mismo había transcrito y completado.

La fundación del más influyente de estos coros, el Orfeó Catalá, se atribuye generalmente a Amadeo Vives (1871-1932) y Lluís Millet (1867-1941).

Al año siguiente, estrenó en este contexto la Oriental[17]​ para cuerda y oboe.

[19]​ El Orfeón era parte de un proyecto político del cual no participaba Granados, cuestión que ha dado lugar a diversos mitos y falsificaciones documentales.

La relación entre Enrique Granados y el Orfeón Catalán no solamente se puede percibir en los programas de mano conservados, sino que también se puede visualizar en la correspondencia entre el compositor y otras personalidades de la institución.

Entre la documentación histórica del archivo del Orfeón Catalán se encuentran varias cartas que testimonian la buena relación que había con Lluis Millet, Francesc Pujol o con el presidente de la institución Joaquín Cabot.

Además de dos cuadros pintados por el músico que dejan patente su afición hacia la pintura.

El compositor planteó la adaptación del material pianístico de Goyescas en obra lírica y encargó a Fernando Periquet el texto, que evidentemente tenía que encajar en la música ya escrita.

Aunque todo se resolvió sin problemas y con la mayor celeridad posible, el incidente fue suficiente para poner nervioso al pasaje hasta el punto de que Granados, siempre bromista, comentó: «¡Si nos vuelven a parar, me apeo!».

En una carta escrita a sus hijos durante la travesía y despachada en Nueva York, dice:

Este homenaje tendría, como se explica más abajo, consecuencias funestas para el matrimonio Granados.

La despedida en el muelle fue muy emotiva, acudiendo muchos amigos tales como Schelling, Kreisler y Paderewski.

Enrique Granados tuvo además varios encuentros con empresarios británicos para proponerles la representación de Goyescas en Londres, pero éstos no se interesaron por el proyecto.

La proa del Sussex se hundió enseguida, mientras que la popa quedó a la deriva y fue remolcada posteriormente hasta el puerto de Boulogne.

Junto a Casals actuaron Fritz Kreisler, Ignacy Jan Paderewski, María Barrientos, Julia Culp y el tenor John McCormack.

Granados visto por Ramón Casas ( MNAC ).
Enrique Granados en 1914
Restos del Sussex en el puerto de Boulogne, 1916.