Enrique se convirtió en rey de Castilla tras la guerra civil que terminó con el asesinato en 1369 de su medio hermano, el rey Pedro I.
[1] Bajo los diferentes reinados de los Trastámara se debilitó la autoridad monárquica conseguida por Pedro I y el desarrollo económico que había sido impulsado por la burguesía.
A la vez, bajo sus gobiernos se manifiesta muy bien una política que llevará más adelante hacia las llamadas monarquías autoritarias.
Allí, contrariamente a la pérdida de autoridad que sufrían los Trastámaras castellanos, la rama aragonesa luchó por afianzar el poder del rey en unos territorios donde las constituciones y fueros de cada reino le limitaban la capacidad de acción.
Fernando I manifestó su rechazo a estos fueros, y a la larga, bajo Juan II de Aragón y Fernando el Católico, los Trastámara intentaron esquivar la organización parlametaria de la Corona de Aragón, aunque debido a la guerra entre Juan II y la Diputación General del Principado de Cataluña, quedaron atrás en la recuperación económica que se desarrollaba desde la debacle de la peste negra y la crisis del siglo XIV.