Sin embargo, pronto evolucionó hacia un estilo personal caracterizado por sus figuras manieristas extraordinariamente alargadas con iluminación propia, delgadas, fantasmales, muy expresivas, en ambientes indefinidos y una gama de colores buscando los contrastes.
[3][4] Doménikos estudió pintura en su isla natal, convirtiéndose en pintor de iconos en el estilo posbizantino vigente en Creta en aquellos tiempos.
[5] En junio de 1566, firmó como testigo en un contrato con el nombre Maestro Ménegos Theotokópoulos, pintor (μαΐστρος Μένεγος Θεοτοκόπουλος σγουράφος).
[15] El Greco no hizo como otros artistas cretenses que se habían trasladado a Venecia, los madoneros, pintando al estilo bizantino con elementos italianos.
En esa carta decía: «en modo alguno merecía sin culpa mía ser luego expulsado y arrojado de esta suerte».
En los escritos del Greco, se ve que compartía plenamente la creencia en un arte artificial y los criterios manieristas de la belleza.
En Venecia fue mucho más difícil, porque los tres grandes de la pintura veneciana, Tiziano, Tintoretto y Veronés, estaban en su apogeo.
En 1576 el artista abandonó Roma y tras pasar por Madrid llegó a Toledo en la primavera o quizá en julio de 1577.
Sorprende el tratamiento anatómico y humano a figuras de carácter divino, como Cristo o los ángeles.
Muestra el sepelio de un noble toledano en 1323, que según una leyenda local fue enterrado por los santos Esteban y Agustín.
Los litigios sobre el precio de sus obras importantes fueron una característica constante en la vida profesional del Greco y han dado lugar a numerosas teorías para explicarlo.
[53] En 1597 se comprometió con otro importante trabajo, tres retablos para una capilla privada de Toledo dedicada a san José.
[53] La Inmaculada Concepción para esta capilla es una de sus grandes obras tardías, los alargamientos y los retorcimientos nunca antes habían sido tan exagerados o tan violentos, la forma alargada del cuadro concuerda con las figuras que se elevan hacia el cielo, lejos de las formas naturales.
Un contemporáneo lo definió como un «hombre de hábitos e ideas excéntricos, tremenda determinación, extraordinaria reticencia y extrema devoción».
Consiguió imprimir a sus obras un fuerte impacto espiritual alcanzando el objetivo de la pintura religiosa: inspirar emoción y también reflexión.
Recuerda Brown que sus últimos cuadros, nada convencionales, los pintó para adornar instituciones religiosas regidas por estos hombres.
Sus grandes figuras se concentran en un espacio reducido próximo al plano del cuadro, a menudo apiñadas y superpuestas.
[77] En 1585 fue seleccionando tipologías e iconografías, formando un repertorio en el que trabajó repetidamente con un estilo cada vez más fluido y dinámico.
Estas imágenes, dramáticas y sencillas, muy similares, con solo pequeñas variaciones en los ojos o en las manos, tuvieron gran éxito.
El pintor desarrolló al menos cinco tipologías diferentes de este tema, las primeras basadas en modelos tizianescos y las últimas totalmente personales.
Le sorprendió contemplar en un almacén copias al óleo, en pequeño formato, de todo lo que el Greco había pintado en su vida.
Según la época, ha sido señalado como místico, manierista, protoexpresionista, protomoderno, lunático, astigmático, quintaesencia del espíritu español y pintor griego.
Recopiló e interpretó todo lo publicado hasta entonces, dio a conocer nuevos documentos, realizó el primer esquema de la evolución estilística del pintor, distinguiendo dos etapas italianas y tres españolas, y realizó el primer catálogo de sus obras, que incluía 383 cuadros.
En 1962 Harold E. Wethey rebajó considerablemente esta cifra, y estableció un corpus convincente que ascendía a 285 obras auténticas.
Hay una tendencia al horror vacui: incluir el máximo número de figuras y los mínimos elementos ambientales.
El pintor se inspiró en un texto de san Buenaventura, pero la composición que ideó no satisfizo al cabildo.
El colegio se cerró en 1808 o 1809, pues sendos decretos de José Bonaparte redujeron los conventos existentes y posteriormente suprimieron las órdenes religiosas.
El color frío, intenso y contrastado aplicado con soltura a sus poderosas construcciones anatómicas muestra lo que sería su estilo tardío.
El azul luminoso del vestido de san Juan donde se reflejan luces blancas y, como contraste, a sus pies hay un manto rosa.
Wethey consideró que este modo de expresión tardío del Greco estaba relacionado con el primer manierismo.