El respeto y veneración que adquiere tal figura, especialmente cuando esa consideración se alcanza en vida y durante su mandato, puede terminar convirtiéndose en el denominado culto a la personalidad, una especie de religión laica.
Con Nerva, el título se le confirió inmediatamente, como prueba de especial estima.
Nerón también lo declinó en primera instancia, pero aceptó al ofrecérselo el Senado en una segunda ocasión.
[3] El título figuraba en las monedas imperiales y las inscripciones monumentales con la abreviatura P P. En la Edad Contemporánea, la expresión "padres de la patria" se identificó con la condición de los parlamentarios, no como título oficial, sino a efectos retóricos en cuanto "tutores" o padres putativos del pueblo ("hijo" o "pupilo").
[4] En algunos países, como Perú o Guatemala, el término sirve para denominar a los parlamentarios.