La identificación con una nación suele suponer la asunción, con distintos tipos y grados de sentimiento (amor a lo propio, odio o temor a lo ajeno, orgullo, fatalismo, victimismo entre otros) de las formas concretas que esas características toman en ella.
[3] En cuanto a cuándo se formaron las identidades nacionales Greenfeld afirma que «la primera nación en constituirse fue Inglaterra, en el siglo XVI.
Las tendencias actuales giran en torno a la interrelación de diversos factores políticos, sociales y culturales, que se observan en los símbolos y significados de los diversos grupos sociales.
Este aspecto es fundamental para entender la dinámica de cambio social que vivimos en estos tiempos, en la que lo foráneo viene a convertirse en un factor determinante para diferenciar, compartir o afirmar una forma de identidad.
[9] En diferentes épocas las instituciones nacionales han incidido en la identidad y la cultura de los mayas (que por cierto no se autoreconocen como indígenas).
Lo que encontraron fue terrible: una nación escindida en castas (indios, criollos y mestizos).
Si bien el proyecto nacional en muchos casos fue impuesto a los indígenas, lo mismo que su pertenencia a México y su integración a una sola y hegemónica identidad nacional, no siempre estos procesos se hicieron sobre la base de la destrucción de sus identidades locales y culturales; como consecuencia, en muchos sitios han coexistido tales identidades, aunque de forma conflictiva.
Ambos flujos migratorios se sumaron al poblador aborigen radicado desde antiguo -en su momento también un invasor - , el cual reconocía una diversidad cultural y política que los incas habían respetado siempre y cuando no se opusiera a sus planes.
[19] El escritor peruano Mario Vargas Llosa (2001) cuestionó asimismo la idea de que la globalización amenace una "identidad nacional", frecuentemente invocada por quienes se oponen al fenómeno.
Este concepto, sostuvo, es "una ficción ideológica" que sirve los intereses del nacionalismo pero tiene poca substancia empírica o histórica.
Vargas Llosa recordó a su audiencia en el Banco Interamericano de Desarrollo que las culturas están en continua transición y que ninguna ha sobrevivido sin tomar prestado de otras y cambiar con el correr del tiempo.
Más todavía, según Vargas Llosa, las corrientes de pensamiento que atribuyen gran importancia a la identidad nacional inevitablemente amenazan la libertad y la expresión individual.
América Latina está históricamente ligada "a casi todas las regiones y culturas del mundo", afirmó.
Llosa sostuvo que es fútil y contraproductivo tratar de perpetuar un modelo cultural en particular mediante políticas o regulaciones.
Las culturas "no necesitan ser protegidas por burócratas o comisarios, ni necesitan ser puestas detrás de rejas o aisladas por funcionarios aduaneros para que se mantengan vivas y vitales", aseguró.