Juan Rafael Mora Porras

El matrimonio de Camilo Mora Alvarado y Ana Benita Porras Ulloa –familia liberal que figura entre las fundadoras de la actual capital costarricense,– tuvo cuatro hijos que pertenecieron a la élite política y social del país.

En una época en que los militares tenían gran influencia en la política del país y en la que la existencia de un solo cuartel facilitaba a su comandante ponerse de acuerdo con las familias poderosas para cambiar al presidente, Mora decidió crear un segundo cuartel, lo que venía a significar un desconfianza hacia Quirós, el militar más poderoso de entonces.

Don Juanito optó entonces por disolver la cámara y llamar a nuevas elecciones para obtener un Parlamento fiel, cosa que consiguió.

Mejoró la carretera de Cartago al puerto de Puntarenas, vía que contribuyó a acelerar el desarrollo económico del país, y dictó otras disposiciones progresistas que se realizaron durante su mandato.

Pero en los días siguiente surgió la peste del cólera, que comenzó a hacer estragos en las filas del ejército, que por decisión de Mora abandonó el territorio de Nicaragua y regresó a Costa Rica.

La victoria en la guerra contra Walker llenó de gloria a Mora; pero las relaciones con Nicaragua se complicaron.

Mary's Charles Henry Davis, comienza a preparar otra expedición; en Nicaragua, lo reemplaza en la presidencia Tomás Martínez, quien exige a Costa Rica la devolución inmediata de Punta Castilla, Castillo Viejo y el fuerte de San Carlos, así como los barcos incautados a los filibusteros; además, las tropas costarricenses debían abandonar el territorio nicaragüense.

Fue Cañas el encargado de negociar, proceso que termina con la firma del Tratado Cañas-Jerez, desfavorable para Costa Rica, que tuvo que reconocer a Nicaragua como propietaria absoluta del San Juan y conformarse sólo con un acceso limitado a la libre navegación en el curso inferior del río, perdiendo los derechos patrimoniales sobre este.

Don Juanito buscó asilo donde su amigo el cónsul británico Richard Farrer –con don Ricardo, como se le conocía en Costa Rica, con quien él había tenido negocios; así, le había vendido una hacienda cafetalera ubicada en Guadalupe y en 1854 su gobierno le había dado la concesión para construir y explotar una vía férrea entre San José y Puntarenas,– pero terminó entregándolo.

Fue fusilado en el lugar denominado Los Lobos el 30 de septiembre de aquel año junto al general Ignacio Arancibia (un chileno que había partido hacia California en la época de la fiebre del oro, pero que se había quedado en Costa Rica, radicándose en Esparza y que se había distinguido en la guerra contra los filibusteros).

[5]​ Un grupo de amigos –los cónsules británico, Farrer, y francés, Juan Bonnefil (Jean Jacques Bonnefil Hydemayra), los yernos de este, Santiago Costantine y Julio Rosat, más el capitán Francisco Roger– lograron que el cadáver no fuera arrojado a las aguas y le dieron sepultura el mismo día de su ejecución en el antiguo cementerio del estero en una fosa cavada por ellos mismos; dos días después enterraron también a Cañas.

[6]​[7]​ La historia recuerda a Juan Rafael Mora por su heroico combate contra los filibusteros partidarios de la esclavitud, logrando la victoria para Costa Rica y Centroamérica.

El Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (Alajuela) tiene un hermoso cuadro antiguo de don Juanito pintado por Tomás Povedano.

El director Rubén Darío Arena creó en septiembre de 2012 un documental con análisis del historiador Raúl Arias y participación de Armando Vargas Araya y Manuel Mora Sala, e ilustraciones del citado pintor alajuelense Carlos Aguilar.

Juan Rafael Mora Porras, 1859
"Su estatura es de escaso metro con sesenta. Grueso de contextura, relleno el rostro y el cuello corto. Cabello negro, peinado hacia atrás y espesa sotabarba. Piel ligeramente morena. Frente despejada, de clara inteligencia. Cejas largas, mirada penetrante. Labio superior delgado, nariz romana. Camina firme, lleva bastón con empuñadura de marfil. Habla suave y directo. Duerme temprano, madruga y hace siesta. Católico, va a misa. De maneras refinadas, viste a la francesa con zapatos de charol, y en ocasiones solemnes, usa un sencillo frac negro. Prefiere pluma, tinta y papel ingleses. Afable por naturaleza, su fisonomía plácida expresa más bondad que energía. Por afecto, muchos lo llaman Don Juanito."