El padre de Gustavo Eriksson, Erik Johansson, estuvo involucrado en el grupo del regente Sten Sture el Joven y, por lo tanto, era opositor a la Unión de Kalmar, que reunía a Dinamarca, Suecia y Noruega bajo un mismo soberano.
Cristián II decidió entonces invadir Suecia y se enfrentó al regente Sten Sture.
Gustavo sobrevivió escondiéndose en Räfsnäs, de donde partió hacia Dalecarlia, en el noroeste del país.
Desde allí intentó sublevar a los habitantes de esa provincia, al principio con muy poca fortuna.
Tomaron Koparbergs gruva y Västerås, enfrentándose al ejército del obispo Gustavo Trolle.
La rebelión duraría dos años, durante los cuales el ejército danés se vio gradualmente derrotado.
El 7 de julio del mismo año, entró victorioso en Kalmar, y en octubre se rindió la última resistencia en Finlandia.
Su ejército sitió la capital, y pudieron, finalmente, entrar en Estocolmo el 24 de junio.
Gustavo entonces solicitó al papa Clemente VII que designara en ese cargo a Johannes Magnus.
A partir de entonces, los hermanos Petri lideraron una campaña para introducir el luteranismo.
La victoria sería favorable a ambos monarcas, que acordaron un pacto militar ante la posible amenaza del emperador Carlos V.
Posteriormente, la unión sueco-danesa se rompió, y Suecia emprendió una nueva guerra contra Dinamarca.
Por otra parte, Gustavo comenzó una guerra contra Rusia, por disputas en la frontera de ese país con Finlandia.
Consolidó su poder y logró la adhesión de la aristocracia, entonces muy debilitada tras la guerra contra Cristián II.
Su funeral fue celebrado con gran pompa, tratando de imitar el oficiado para el emperador Carlos V en Bruselas en 1558.