Al parecer su nombre se hizo popular por una acción de guerra, aquella en la que Roma se enfrentó a volscos y ecuos bajo el mando el dictador Aulo Postumio Tuberto y en la que Camilo, a la sazón jinete de caballería, obligó a retirarse a unos atacantes que previamente le habían herido en un muslo, acción que según Plutarco le valió ser nombrado censor,[1] aunque según Tito Livio,[2] fue elegido tribuno con poderes consulares por primera vez en el año 403 a. C. En este año Livio menciona ocho tribunos consulares, un número que no se menciona en ningún otro lugar, y que no se había elegido antes ni se volvería a elegir.
Fue designado para su segundo tribunado consular en el año 398 a. C., en el curso del cual se adquirió un gran botín en Capena y, como los tribunos consulares, se vieron obligados por un decreto del Senado a dejar sus magistraturas antes de fin de año, Quinto Servilio Fidenas y Camilo fueron nombrados sucesivamente interreyes.
En esta acción se recabó un inmenso botín, y Camilo tomó la estatua de Juno Regina, trasladándola a Roma, donde fue instalada en un templo en el Aventino, y siendo consagrada en 391 a. C., año en que celebró los grandes juegos que había prometido si ganaba la victoria en Veyes.
Tras derrotar estrepitosamente a los galos en la posterior batalla, entró en la ciudad en triunfo, saludado por sus conciudadanos como alter Romulus (el otro Rómulo), pater patriae (padre de la patria) y conditor alter urbis (segundo fundador de la ciudad).
Sin embargo, la ciudad había quedado en buena parte devastada y el erario público no podía aguantar el peso de una entera reconstrucción de la urbe, por lo que se pidió a los particulares que cada uno reconstruyera lo suyo.
La carga resultó ser para algunos demasiado penosa y empezaron a circular voces solicitando el traslado de Roma a la recién conquistada Veyes, ciudad etrusca que al parecer y según Livio era bellísima y no había sido tocada por la invasión celta, llevando su proposición hasta los tribunos de la plebe para que la presentaran en los comicios; pero Camilo, en un conmovedor discurso (según Livio), disuadió a los romanos y les convenció para que reconstruyeran la ciudad, tras lo cual renunció a la dictadura.
Camilo fue nombrado de nuevo dictador, e hizo a Cayo Servilio Ahala su magister equitum.
Luego dirigió sus tropas contra los ecuos, que fueron derrotados cerca de Bola y su capital expurgada en el primer ataque.
En 368 a. C., cuando los patricios resolvieron hacer un último esfuerzo contra las rogativas de Cayo Licinio Estolo, el Senado nombró a Camilo, un fiel defensor de los patricios, dictador por cuarta vez, eligiendo como su magister equitum a Lucio Emilio Mamercino.
En el año siguiente, 367 a. C., cuando una nueva guerra con los galos se aproximaba, Camilo, que tenía casi ochenta años, fue llamado a la dictadura por quinta vez.