[4][5][6][7] Se le dio ese nombre en honor del fraile franciscano Pedro de Alcántara.
[6] El príncipe Juan, por su parte, actuaba como regente en nombre de su madre, la reina María I, puesto que esta había sido declarada demente sin cura en 1792.
[42] Le agradaba también la música y, gracias a las enseñanzas de Marcos Antonio Portugal, se convirtió en un compositor competente.
[51][52] Su primer romance duradero conocido fue con una bailarina francesa llamada Noémi Thierri, que tuvo con él un hijo mortinato.
[40] La misa nupcial, con la ratificación de los votos previamente ofrecidos por los representantes, se celebró al día siguiente.
[62][34][33] Había leído las obras de Voltaire, Benjamin Constant, Gaetano Filangieri y Edmund Burke.
[89][91] Esta vez, el príncipe contraatacó reuniendo tropas brasileñas —aquellas que no se habían unido a los portugueses en los motines anteriores—,[92] milicias y civiles armados.
Había usado su posición para hostigar, perseguir, arrestar e incluso enviar al exilio a sus enemigos políticos.
[106][107][108] Sus enemigos, por su parte, habían trabajado durante meses para ganarse el favor del emperador.
[148] Consumido por el odio, comenzó a creer en los rumores que decían que Miguel I había asesinado a su padre y se centró en Portugal y en intentar —en vano— recabar apoyos internacionales para los derechos de María.
[152] Tenía como objetivo recabar apoyos para el esfuerzo de guerra,[153] y los lugareños lo recibieron con los brazos abiertos.
[156] Aquellos que buscaban favores o la promoción de sus proyectos ignoraban cada vez más los canales legales y, en cambio, le pedían ayuda a ella.
[158] En palabras del historiador Neill Macaulay, «reaccionó con su habitual energía: emitió una gran cantidad de órdenes, destituyó a supuestos timadores e incompetentes, fraternizó con las tropas y, en general, dio una sacudida a la administración militar y civil».
[161][162] Tras el fallecimiento de su esposa, Pedro reconoció que la había tratado mal, y la relación con Domitila comenzó a desmoronarse.
[163] Un día, Domitila lo encontró en el suelo, llorando y abrazado a un retrato de su difunta esposa, cuyo espíritu, triste, aseguraba haber visto.
[168][169] No descuidó a los hijos, que se habían quedado huérfanos de madre, y en más de una ocasión se le vio con el joven Pedro en brazos y diciendo: «Pobre hijo, eres el príncipe más infeliz del mundo».
[207] Ofreció, al fin, posiciones por Europa a Francisco Gomes y otro amigo, nacido en Portugal, para acallar los rumores sobre un «gabinete secreto».
[181][208] Para su consternación, sus medidas paliativas no apaciguaron a los liberales, que siguieron profiriendo ataques contra su Gobierno y aduciendo su condición de extranjero.
[181] Frustrado por la intransigencia, se mostró indispuesto a lidiar con la cada vez más deteriorada situación política.
[210] Por otro lado, prosigue este historiador, «encontraba en el caso de su hija todo lo que apelaba a su personalidad.
[207][218][219] Poco después de medianoche, tropas del ejército, incluida su guardia personal, desertaron y se sumaron a las protestas.
[225][226] Durante los siguientes meses, anduvo a caballo entre Francia y Gran Bretaña, cuyos gobiernos lo recibieron de buen agrado, pero ninguno le ofreció apoyo.
[236][237][238] Pedro navegó al archipiélago atlántico de las Azores, el único territorio portugués que se había mantenido leal a su hija.
[245][246] Quería, además, que cualquier petición de retorno se ajustase dentro del marco constitucional.
[245][246] Solo entonces, y «con la presentación ante él de una petición en Portugal por una delegación oficial del Parlamento brasileño», consideraría regresar.
[251] Pedro procedió entonces a someter el resto del territorio, pero cuando el conflicto parecía ya encarrilado hacia una resolución, su tío español, Carlos María Isidro de Borbón, que estaba intentando hacerse con la corona que ostentaba su sobrina, Isabel II, intervino.
[42][254] La contienda, sin embargo, minó su constitución y para 1834 estaba ya muriendo de tuberculosis.
Si nosotros (los brasileños) existimos como un cuerpo en una Nación libre, si nuestra tierra no fue desgarrada en pequeñas repúblicas enemigas, en las que apenas prevalecían la anarquía y el espíritu militar, se lo debemos en gran medida a la resolución que adoptó de quedarse entre nosotros, de proferir el primer grito por nuestra independencia».
[271] El corazón de Pedro I le fue extraído tras su muerte, a petición suya, y se conserva en Portugal.
La novela El imperio eres tú del español Javier Moro, está basada en la biografía de Pedro I.