Pedro II de Brasil

Sus experiencias con intrigas palaciegas y disputas políticas durante este período tuvieron un gran impacto en la formación de su carácter.

El reinado de Pedro II tuvo un final poco común ya que fue depuesto cuando era muy querido por la mayoría del pueblo.

La primera persona escogida fue José Bonifácio, amigo y líder influyente durante la independencia brasileña, que fue nombrado tutor.

[36]​ Su educación estuvo muy bien cuidada para incentivar valores y una personalidad diferente de la impulsividad e irresponsabilidad que caracterizaron a su padre.

Aceptaron a Pedro II como una figura de autoridad cuya presencia era indispensable para la supervivencia del país».

Su carácter reservado y el hecho de hablar con solo una o dos palabras hacían las conversaciones extremadamente difíciles.

El acceso a la persona del monarca por políticos rivales y la información que este recibía estaban cuidadosamente controlados.

[85]​ Aquella noche, Pedro II lloró y le dijo a Mariana de Verna: «Me han engañado, Dadama».

[116]​ Las inseguridades de su infancia y la explotación sufrida durante su juventud hicieron que el emperador tomara control sobre su propio destino.

[118]​ El emperador respetaba las prerrogativas de la legislatura, incluso cuando los políticos se resistían, retrasaban o frustraban sus objetivos y nominaciones.

[154]​[155]​ Los intereses de Pedro II eran diversos e incluían antropología, geografía, geología, medicina, derecho, estudios religiosos, filosofía, pintura, escultura, teatro, música, química, poesía y tecnología.

[199]​ Esta tranquilidad desapareció cuando el cónsul británico en Río de Janeiro, William Dougal Christie, se declaró dispuesto a provocar una guerra entre su país y Brasil.

[203]​[204]​[205]​ La marina brasileña se preparó para un conflicto inminente y[206]​ el emperador ordenó comprar material de artillería costera.

[207]​ Los acorazados y las defensas recibieron la autorización[208]​ para abrir fuego contra cualquier navío británico que intentase capturar un barco brasileño.

[240]​[241]​ El emperador fue al asalto de Uruguayana con un fusil para demostrar su valor pero los paraguayos no lo atacaron.

[245]​[246]​[241]​ La coordinación de las operaciones militares por parte del emperador y su ejemplo personal representaron un papel decisivo para permitir rechazar la invasión paraguaya.

[245]​[246]​ Pedro II estimó que esta victoria diplomática sobre el país más poderoso del mundo era suficiente y restauró las relaciones amistosas entre las dos naciones.

[230]​ Al mismo tiempo, se esforzó en evitar disputas entre los partidos políticos para no perjudicar el esfuerzo militar.

[281]​ Su primer gesto público contra la esclavitud[273]​ ocurrió en 1850, cuando amenazó con abdicar si el Parlamento no declaraba la trata atlántica ilegal.

[285]​[284]​ Pedro II pidió públicamente la erradicación progresiva de la esclavitud en su discurso del trono en 1867[286]​ pero fue criticado fuertemente y su decisión fue considerada como un «suicidio nacional».

[293]​[297]​ Su estancia europea fue un éxito; su actitud y su curiosidad le trajeron el respeto de los países que visitaba.

El clero contaba desde hacía tiempo con escasez de personal y el poco del que disponía, tenía problemas de disciplina y estaba poco instruido,[300]​[301]​[302]​ lo que condujo a una pérdida del respeto hacia la Iglesia católica.

[308]​ El gobierno intentaba persuadir a los obispos para anular su decisión, pero se negaron y fueron llevados ante la Corte Superior de Justicia.

[318]​[311]​ La principal consecuencia de la crisis fue que el clero no vio ninguna ventaja en apoyar a Pedro II.

Siguiendo las instrucciones del propio emperador, el ministro brasileño Juan do Ponte Ribeyro dio a conocer al gobierno el contenido del tratado secreto firmado por Perú y Bolivia en 1873, que fue la base para declararle la guerra a ambos países.

[333]​[334]​ El emperador siguió siendo respetuoso con sus funciones y meticuloso en la ejecución de las tareas que tenía asignado aunque las hiciera sin entusiasmo.

[340]​ Aunque la constitución permitía que una mujer accediera al trono, Brasil era un país muy tradicional y solo hubiera aceptado un sucesor varón como jefe de Estado.

[358]​[361]​[362]​ El país se benefició de un importante prestigio internacional durante los últimos años del imperio.

[380]​ En todo momento, Pedro II no mostró ninguna emoción y se preocupó muy poco por el devenir de los acontecimientos.

[393]​[394]​[395]​ Un día dio un largo paseo por el río Sena en carruaje abierto a pesar de la temperatura extremadamente baja.

Pedro II con 10 meses (1826).
El emperador Pedro II con doce años vestido con el uniforme imperial de gala (1838).
La coronación de Pedro II, con quince años, el 18 de julio de 1841.
Teresa Cristina , esposa de Pedro II, con 24 años (1846).
El falso retrato de Teresa Cristina que fue enviado a Pedro II para alentar el matrimonio imperial.
Pedro II con veinte años (1846).
Pedro II a los veintidós años (1848). Esto es una copia posterior de un daguerrotipo que se cree perdido. Es la fotografía más antigua del emperador que aún existe.
Pedro II, con alrededor de veinticinco años (1851).
Las hijas supervivientes de Pedro II en 1855: las princesas Leopoldina e Isabel (sentada).
Pedro II (c. 1858). En la década de 1850, los libros empezaron a aparecer de manera prominente en sus retratos: una referencia a su papel como defensor de la educación. [ 149 ]
Pedro II con su mujer y sus hijas al sur de Minas Gerais en 1861.
Pedro II con 39 años, en 1865.
Pedro II con uniforme de almirante a los 44 años, los años de guerra le envejecieron de forma prematura. [ 242 ]
Pedro II, con 46 años, pronunciando el discurso del trono en 1872.
Auguste Mariette (sentado, a la izquierda) y Pedro II (sentado, a la derecha) visitando la necrópolis de Giza a finales de 1871.
Pedro II con 49 años, en 1875.
Pedro II con 50 años, en 1875.
Pedro II (sentado, a la derecha) en las cataratas del Niágara , en 1876.
Foto autografiada de Pedro II.
Pedro II en 1876.
Pedro II con 61 años, en 1887: un emperador resignado a abdicar.
La última fotografía de la familia imperial en Brasil en 1889.
Pedro II en su lecho de muerte el 6 de diciembre de 1891: el libro de debajo de la almohada bajo su cabeza simboliza que incluso después de su muerte su mente descansa sobre el conocimiento.
Tumba de Pedro II y de Teresa Cristina en la catedral de Petrópolis , Brasil.