[1] Desde octubre de 1428, Orleans estaba asediada por los ingleses, que la rodeaban controlando las villas próximas.
Orleans era un punto estratégico muy importante para hacerse con el dominio de las tierras del Loira junto con Angers, Tours o Blois.
Al sur de Orleans fluye el río Loira, y en medio había una pequeña isla, Saint Antone.
Un día después, Salisbury subió a una de las dos torres y, desde las alturas, trató de vigilar los movimientos franceses; pero por desgracia para él, un bolaño francés atravesó la ventana por la que miraba, recibiendo un impacto mortal en la cara, falleciendo una semana después en Meung.
Encima llevaba escrito: 'Jhesus Maria', y me parece que estaba franjado de seda”.
El rey había decidido proveer a Juana con unos diez o doce mil hombres según indicó ella en el juicio de Ruan y comentó que decidió entrar por la fortaleza de Saint Loup y después por la fortaleza del Pont.
Es decir, primero por la cara oeste de la ciudad (orilla norte) y después por las Tourelles.
Juana había comenzado avisando con una carta a los ingleses de su llegada y del ruego de que se retirasen, cuya respuesta a las cuales no fueron más que injurias.
Desde aquella ciudad comenzó a aportar, dada su fama, la autoestima necesaria para las tropas y la gente de las ciudades.
[2] La situación del asedio irritó a la Pucelle, que lo hizo notar rápidamente solo con ver al Bastard.
Eso parece porque entonces el Bastard ordenó entrar en Saint Loup, con las esperanzas ahora más que nunca puestas en Juana.
Saliendo de la puerta de Borgoña, atravesó el Loira pasando las pequeñas islas (Île des Martinets) que había en el medio y colocándose en la más grande, la Île aux Toiles.
Allí los ingleses tenían 500 soldados aproximadamente, que pudieron aguantar este primer ataque mediante arqueros y cañones, esencialmente.
Explicó el Bastard que curiosamente Juana le pidió que esperase un poco más, entonces ella tomó el caballo y se fue sola a una viña a rogar por la victoria durante media hora.
“Yo lo sabía bien, y se lo había dicho a mi rey; pero aun así me dejó continuar.
Mas yo tuve el gran confort de Santa Catalina y fui curada en quince días”, dijo Juana.
En cualquier caso, el Bastard decidió retirarse de la batalla por aquel día y reorganizar la estrategia.
Juana lo intentó persuadir de que siguiera, aunque fuera con su ausencia, mientras ella se retiraba a rezar en privado.
Se dice que un soldado llamado “Le Basque” (aunque hay debate en afirmar si la misma Juana ya lo intentó antes) tomó el estandarte de ella y con este fue a atacar al campo cerrado seguido del ejército francés.
Mientras, por otro lado, los franceses enviaban una barcaza ardiendo al puente que separaba la barbacana de las Tourelles.
Eso debilitó el puente y colapsó al cabecilla inglés, que en un intento desesperado probó de hacer atravesar a las tropas el puente, colocándose en la pequeña estructura defensiva del medio.
Con habilidad, la gente de la ciudad acudió y rompió las secciones del puente suficientes para que las tropas inglesas no consiguieran sus objetivos: ahora la batalla ya estaba decantada.