Estando ya prácticamente terminada la conquista y dada la importancia del estado incaico que había sido incorporado a la Corona española, el rey Carlos I de España, decidió elevarlo a la categoría de Virreinato, disponiendo que el "Reino del Perú" fuera gobernado por un virrey, su representante en las tierras anexadas.
Esta extensión la tuvo durante los siglos XVI y XVII y hasta la segunda década del siglo XVIII, en que comenzó a desmembrarse para dar nacimiento a nuevos virreinatos.
Cuando sus posesiones fueron visitadas por los exploradores españoles en 1522, eran la parte más meridional del Nuevo Mundo conocida en ese momento por los europeos.
Así, cuando Francisco Pizarro exploró las regiones más al sur, se las denominó Birú o Perú.
Al mismo tiempo se había desatado una rebelión encabezada por Manco Inca que inició con el sitio del Cuzco y la recién fundada Ciudad de los Reyes en 1536, donde se encontraba la mayor fuerza española.
Una mortal estocada del almagrista Narváez, le atravesó la garganta para luego destrozarle el cráneo con un pesado jarrón.
Varias tentativas para enlazar los centros del Perú y el Río de la Plata acabaron con pleno éxito.
Abarcaba una inmensa superficie que correspondía a los actuales territorios que forman parte de las repúblicas de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Panamá, Perú y toda la región oeste, sureste y sur del Brasil.
Pero ya estando en pleno viaje rumbo a Panamá, Núñez de Vela decidió desembarcar en Guayaquil y desde ahí avanzar hacia Quito, en donde procedió a armar un ejército para regresar al Perú.
Así, Gonzalo Pizarro fue proclamado gobernador del Perú y se declaró en franca rebeldía contra la corona.
La Gasca, con poderosos refuerzos y muchas deserciones de pizarristas desembarcó en Tumbes, siguió el camino de Jauja y en Jaquijahuana (cerca del Cuzco) en 1548, sorprendió a Gonzalo Pizarro.
Sin embargo, hubo muchos que no llegaron a recibir ninguna recompensa por haber defendido la causa real.
Su valiosa experiencia sólo duró 10 meses y la Real Audiencia se encargó de nuevo del gobierno del virreinato, pero aun así las rebeliones contra la Corona continuaron, hasta su culminación con la ejecución y muerte de Francisco Hernández Girón en 1554.
[7] Apenas llegado a tierras peruanas, Toledo se informó de todo cuanto había sucedido en el virreinato y de cuáles habían sido las políticas seguidas hasta ese momento.
Cuando el Perú formaba parte del Imperio español, Europa se vio convulsionada por varias guerras entre las potencias coloniales de la época, en las que se entremezclaron luchas con fines económicos, religiosos y políticos.
Las potencias europeas enviaban expediciones y corsarios para arrebatar a España las riquezas que eran transportadas en los navíos y galeones hacia la Metrópoli, así como socavar el poderío español cuando se hallaban en guerra contra ella.
Algunos de los incursores no solo atacaron a los navíos, sino que también hicieron lo propio con los puertos americanos.
Los corsarios y expedicionarios no sólo actuaban con intenciones hostiles, sino también por la búsqueda de vínculos comerciales e incluso proyectos políticos contra el dominio hispano.
Asimismo, se hicieron presente las expediciones holandesas de Joris van Spilbergen (1615) y Jacques L'Hermite (1624) durante el siglo XVII.
Esto se agravó cuando a partir del año 1640 la producción minera de Potosí entró en «crisis».
Durante este tiempo, los territorios portugueses en Brasil estaban controlados por la Corona española, que se opuso a la expansión de los asentamientos portugueses en partes de la cuenca del Amazonas que el tratado había otorgado a España.
Durante la guerra de los ochenta años, una expedición neerlandés al mando de Jacques L'Hermite sitiaron las costas del virreinato del Perú en 1624, nueve años atrás hizo lo mismo el corsario Joris van Spilbergen, con el objetivo de capturar los buques españoles que salían del Perú transportando plata y establecer una colonia neerlandesa sobre el territorio.
Varios virreyes tuvieron incidencia científica, política y económica en el virreinato.
El virrey José Antonio Manso de Velasco construyó varias obras públicas en Lima, incluida la fortaleza del Real Felipe.
Es entonces cuando el virreinato empieza a militarizarse y los virreyes se preparan para afrontar los tiempos difíciles de la independencia.
En 1808, Napoleón Bonaparte invadió la península ibérica y tomó como rehén al rey, Fernando VII de España.
A partir de ese momento, diversas provincias y pueblos del Perú empezaron a declarar su independencia de España, tales como Huamanga, Tarma, Lambayeque, Ferreñafe, Trujillo y Cajamarca.
Finalmente, en 1821 San Martín ocupó la capital virreinal (Lima) y proclamó la Independencia del Perú el 28 de julio de ese mismo año[16], y bajo su Protectorado se formó el primer Congreso Constituyente del país.
[17] Sin embargo, Guayaquil se proclamó Estado independiente en 1820 y recibió la ayuda del general venezolano Simón Bolívar.
En enero de 1826 se puso fin a toda resistencia militar en Chiloé y en El Callao.