Baltasar de la Cueva y Enríquez de Cabrera

Su mandato se caracterizó por un gobierno económico nunca antes visto: adoptó severas medidas para reducir considerablemente el gasto público, y estableció por primera vez un presupuesto general anual.

Además, ningún libramiento podía ser cobrado sin su firma, medida nunca antes aplicada, con lo que consiguió vigilar mejor que ningún otro virrey todos los movimientos del dinero de la Real Hacienda.

Con todo ello, el virrey mandó a España más de 2,5 millones de pesos anuales durante su mandato, más otros 7 millones que envió a Panamá, Valdivia, Buenos Aires, Huancavelica, Chile y Cartagena de Indias para llevar a cabo importantes infraestructuras, como las murallas del presidio de El Callao, que se llevaron a cabo bajo la dirección del ingeniero francés Alejandro de Bournonville, duque de Bournonville.

Carlos II dio la razón a los comerciantes, y sin tan siquiera dejar que el virrey fuese escuchado, le notificó su destitución en el cargo de una manera nunca antes vista, escribiendo luego al instante que reciba el despacho en que se lo envió a mandar, es decir, le obligaba a abandonar su cargo de manera inmediata.

Dejó ordenado un entierro con la mayor sencillez: debía ser sepultado en la iglesia baja y no en el panteón familiar, y sobre su lápida únicamente debía figurar la inscripción "Rueguen a Dios por él, con toda humildad, sin pompa, capuces ni otra ostentación".